miércoles, 29 de marzo de 2017

La última revolución: una nueva lucha por el poder.



La palabra revolución, tiene asociado un significado de cambio o transformación radical o profunda respecto al pasado inmediato respecto a circunstancias económicas, culturales, religiosos, políticos, sociales o militares al interior de una sociedad.

Los cambios revolucionarios, además de radicales y profundos, han de percibirse como súbitos y violentos, como una ruptura del orden establecido o una discontinuidad evidente con el estado anterior de las cosas que afecte de forma contundente a las estructuras, por eso algunas veces tienen que ser violentos para producir algún efecto y una revolución, no tendría sentido sino tuviese una utopía o un plan establecido para el futuro ya que las revoluciones son consecuencia de procesos históricos y de construcciones colectivas.

América Latina, no ha escapado a la realidad mundial que mostró cambios acelerados en todo el orbe: la guerra fría, el comunismo el mundo bipolar, la carrera armamentista, el capitalismo, los aires revolucionarios y las dictaduras fueron protagonistas de la realidad este continente. 

Algunos historiadores, establecen que la crisis de los años 30 alcanzó a las finanzas de los países y a la sociedad y a su política logrando que los golpes de estado, las fuerzas armadas y los ejércitos fueran los protagonistas en el período entre 1930 y 1973. 

Por otro lado, el crecimiento económico de las últimas décadas ha servido, entre otras cosas, para que los gurús de la economía hablen de un “milagro económico” en la región. Lo cierto, es que este crecimiento solo ha beneficiado a unos pocos y para sectores limitados de la clase media y para el resto de la población, poco y nada han recibido quedando una vez más, en nada.

Este es el contexto histórico de la novela La última revolución, escrita por Ángel Salomando y publicada por editorial Forja.

“La última revolución es una novela en la cual narra las vivencias, que experimentan unos y otros teniendo como telón de fondo la historia social, política y cultural de un país latinoamericano y caribeño, no nombrado, pero si identificado, por sus accidentes geográficos, clima y vegetación, como por su accidentada historia política reciente y que tiene el privilegio de haber realizado la última revolución del siglo XX.

En ella, la ficción y la realidad se mezclan al punto en que su límite se difumina y hace reflexionar al lector sobre el transcurrir político de nuestras sociedades, sobre el comportamiento ético y político de hombres y mujeres, especialmente, de los que se relacionan directamente con el poder.

Por medio de un relato ameno y sencillo, muestra como los hombres y las mujeres que viven un momento histórico extraordinario, confuso, turbulento e incierto pueden tener transformaciones en su existencia que pueden ir desde “hijos de la época” a “hijos de puta”.

En los primeros entrarían todos aquellos que lucharon, que fueron al exilio o que murieron o los que desaparecieron y en la segunda categoría, estarían los que, a través de las transiciones a la democracia y de los modelos neoliberales de la economía, se aprovecharon para hacerse cargo de la historia actual además de convencer que lo mejor es mantener la inercia política y social.

Lo que pone en marcha la historia es la muerte de una niña inocente y el deseo de una joven de averiguar la verdad a pesar de las advertencias de que ello, le puede costar la vida.

En el desarrollo de la trama, encontraremos personajes que son observadores y se mantendrán así por seguridad o comodidad y habrá otros, que a pesar de estar desilusionados de la vida, ayudarán dando lo mejor de si para darse una oportunidad, quizás la última de sus vidas, para tratar de conseguir lo que parece una utopía: justicia para todos los inocentes caídos en medio de esta lucha por el poder.

Además, en la novela se nos muestra el eterno conflicto entre el estilo autoritario y el democrático, en donde lo primero siempre ha llevado las de ganar en nuestro continente, un lugar donde todo cambia con la misma rapidez con que vuelve a la misma situación anterior.

Es por ello, que en la novela no hay un protagonista muy definido ni social ni sicológicamente porque da a entender la ambigüedad y en la inseguridad en que se mueven estas tierras.



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