El canibalismo es el acto o la práctica, de
alimentarse con miembros de la propia especie y puede producirse entre
miembros de muchas especies, aunque vulgarmente se asocia más con antropofagia,
que se refiere a la situación de seres humanos que consumen congéneres.
El término, proviene de la deformación de la palabra caribe,
en caniba, del idioma taíno, parcialidad de la etnia arawak.
Para los caribes, el término significaba osado, audaz;
para los arawak, enemigo y para los europeos, comedores de carne humana. Además,
la palabra proviene de la práctica de esta tribu que Cristóbal Colón encontró
en la isla de La Española
(Republica Dominicana) en su primer viaje a América.
Los casos particulares en sociedades occidentales se
relacionan actualmente con situaciones de hambre, criminales o personas con
profundos problemas mentales.
En nuestro país, hemos podido observar desde hace algún
tiempo, que los políticos, han empezado una serie de prácticas canibalescas,
aportando raíces a la teoría darwiniana según la cual, “solo el más fuerte
sobrevive”.
Según Víctor Meza, en su articulo “ el canibalismo
político”, las luchas internas en los partidos políticos, sin importar el signo
ideológico o la doctrina que los distingue y alienta, suelen desembocar en
feroces reyertas y venganzas personales que, al final de cuentas, lejos de
fortalecer y dar cohesión orgánica al partido, acaban fracturándolo y, por lo
mismo, debilitándolo.
Después de un proceso electoral, esas luchas se intensifican
y amplían, tanto en los partidos perdedores como en el seno del ganador. Los
derrotados tienden a exigir cuentas, mientras que los vencedores exigen cuotas
de poder. Ambas razones son suficientes para abrir la pelea y ensangrentar la
arena.
En el caso de los que perdieron la elección, los reclamantes
van por la cabeza de los responsables. Exigen cambios en la conducción y
revisión profunda del liderazgo político. En cambio, en el caso de los que
ganaron la batalla, el reclamo está ligado a la concepción patrimonial del
poder, que convierte al Estado en un botín que debe ser repartido y distribuido
en cuotas políticas e influencias administrativas concretas”.
En la novela “Cocinando con caníbales de Charly M. Purple y
publicado por editorial Forja, precisamente se habla de uno de lo temas que más
altera las relaciones sociales después del dinero y de la religión.
En este libro, se expone con una prosa impecable y dura,
como una sátira política, la historia del joven diputado Nefi Moraleda,
representante de los movimientos estudiantiles y del compromiso medio
ambiental, de la esperanza ciudadana de probidad y de recambio generacional de
los eternos legisladores.
Estos, fueron retratados como una tribu de seres antropofágicos
fraticidas cuyas decisiones perversas se convertirían en un festín de horror
democrático frente a un protagonista subyugado por las ambiciones personales,
el materialismo y las enseñanzas de un oscuro senador que lo adiestrará en el provechoso arte de de legislar.
El libro muestra como el poder obnubila y, a veces,
distorsiona de tal manera el carácter y la conducta de quienes lo detentan, que reconvierte y transforma a los personajes
de una manera totalmente contraria a lo que fueron.
La antigua cortesía se vuelve prepotencia y arrogancia; la
sonrisa de antaño se muta en ceño fruncido, al tiempo que la tolerancia en
época de campaña electoral se traduce en exclusión grosera y silencio hostil.
“El hombre” ya no es el mismo, el poder lo ha cambiado, ha sacado a flote sus
pasiones más primarias y ha relegado a un segundo plano las virtudes que
ostentaba.
El protagonista, progresivamente se va transformando en una
contradicción de si mismo. Y en esta pelea, el que reclama bien puede recibir
su merecido o si disiente, se puede transformar en un paria burocrático y peor
le puede ir si pretende convertirse en un aspirante prematuro. La represalia
puede llegar a los límites del canibalismo político de los propios
correligionarios llegando a ser sectarios o intolerantes.
Los nuevos tiempos requieren de nuevos aliados, que van
mutando de acuerdo a las necesidades del momento. Se acaban las amistades (si
existieron) y la gratitud (real o fingida).
Ahora que vienen las elecciones presidenciales, tal vez
presenciemos cambios y mutaciones, donde el canibalismo político alcanzaría sus
niveles más altos como un siniestro baile que llegó para quedarse por un buen
tiempo o por lo menos, hasta la elección del nuevo gabinete presidencial.
Entonces, ganadores y perdedores prepárense para el festín.
La pregunta que surge es ¿cuántas cabezas serán el ingrediente del plato
principal? Tenemos tiempo para verlo.
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