sábado, 17 de noviembre de 2012

El empampado Riquelme: el terrible desierto chileno.

Según el diccionario de Voces del Norte de Chile, de Mario Bahamonde, un empampado es una persona perdida en el desierto, que extravía el camino por la falta de referencias y de camino lo que hace que se empampe soportando la feroz agonía de la sed.

Hace un tiempo Lolita Editores presentó al público el libro “El empampado Riquelme” que fue el resultado de una investigación periodística de Francisco Mouat, el autor.

En enero de 1999 un carabinero del aeropuerto chileno de Cerro Moreno, el cabo Fuentes encontró en el baño del retén con un sobre grande blanco sellado con huincha café de embalaje.

Por el peso y por la textura metálica de algunos objetos que había dentro del sobre, el carabinero pensó que podía ser una bomba. Con delicadeza llevó el sobre hasta el aparato de rayos X de la zona de embarque de pasajeros, y solicitó que por favor lo revisaran.

La revisión mostró que, al interior, había otro sobre que contenía un reloj, una lapicera, un anillo, una chequera, llaves oxidadas, sujetadores laterales de anteojos, un par de cristales ópticos y una billetera que después, al abrir el sobre, se supo que era de cuero color café.

El paquete incluía también billetes, documentos de identidad, un carnet del Partido Radical, un carnet del Deportivo Progreso de Chillán, un destapador de botellas, un cortaplumas pequeño, fotografías familiares, tarjetas de bautizo, un contrato de trabajo del Banco del Estado, dos gomas de borrar y una nota en inglés donde se lee que todo el contenido del sobre ha sido encontrado junto a un esqueleto en el desierto de Atacama.

La nota incluía las coordenadas precisas del hallazgo, que se produjo a cien kilómetros al sur de Antofagasta. Los documentos de la billetera, incluida una tarjeta de invitación a un bautismo, identificaban al empampado como Julio Riquelme Ramírez, desaparecido en 1956.

Riquelme Ramírez había salido del pueblo de Chillán, al sur de Chile, el primero de febrero de ese año. Tenía por delante cuatro días de viaje, dos trasbordos de tren, y unos dos mil trescientos kilómetros por recorrer hasta Iquique, bien al norte, donde sus hijos lo esperaban para que oficiara de padrino de uno de sus nietos.

Pero, como nunca llegó y, luego de una tímida búsqueda policial, su familia lo dio por perdido, fugado, en fin, olvidado. Sin embargo, más de cuarenta años después el esqueleto ese hombre que falleció acostado en el desierto de Atacama, con su bolso de viaje y todas sus pertenencias en los bolsillos apareció en el desierto, conmocionando a  la familia y convence al periodista Mouat que aquí hay una historia que rescatar del olvido.

Lo interesante de este relato, es que se articula como una película, que contiene diversos planos, con flashbacks, con distintos personajes que van apareciendo como testigos de la vida y de la muerte de Riquelme,  que cuentan su historia y cada una de ellos va armando un guion cuyo escritor (Mouat), los entrelaza para tejer una historia profundamente humana en la cual los lazos de familia surgen como lo más importante ya que ni el tiempo, ni la distancia, ni la separación forzada entre los hermanos son capaces de cortar.

Según el diccionario de Voces del Norte de Chile, de Mario Bahamonde, un empampado es una persona perdida en el desierto, que extravía el camino por la falta de referencias y de camino lo que hace que se empampe soportando la feroz agonía de la sed.

El relato que parte como investigación periodística más, comienza a transformarse en un viaje, cuyo objetivo es la identidad de una persona, de una familia y de la fuerza de los lazos de familia. 

Poco a poco, retazos acá y retazos allá, se va construyendo la figura del empampado dando forma al hombre mostrando su personalidad, sus costumbres (el litro y medio de vino que tomaba todas las noches), su carácter solitario, el ser hombre de pocas palabras y mujeriego además de cómo se va redescubriendo la relación que tenía con sus hijos. 

La reconstrucción de la identidad de Julio Riquelme y de sus últimas horas con vida, en este libro, van de la mano con los vínculos humanos y sociales que tejió y deshizo durante su vida. 

Lo que deja este libro es que es el destino que une y separa a las personas, pero no existe ninguna fuerza que sea tan grande que haga olvidar a las personas que, por algún motivo, algún día nos hicieron felices. 

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