martes, 8 de mayo de 2012
Realizarán registro arqueológico de los restos del Fundo Vaitea, en Isla de Pascua
lunes, 7 de mayo de 2012
Las letras del horror: cuando las víctimas se toman la palabra
Desde la aparición del hombre sobre la tierra, el
miedo ha sido la forma más eficaz para dominar a las personas. Con el paso del
tiempo el miedo se ha visualizado en la brujería, el demonio, la tortura, la
desaparición forzada de personas, en los aviones, en las mochilas e incluso, en
los lugares más inocentes.
A partir del 11 de septiembre de 1973, los
chilenos vivimos una de las maneras más eficaces de dominación a través del
terror como fue la eliminación sistemática por medio de agentes del Estado de seres
humanos y la destrucción de la vida de sus familias.
Para ello, se construyó todo un aparato represivo que
tuvo su expresión concreta en la Dirección Nacional de
Inteligencia (DINA) y más tarde, en la Central Nacional de
Inteligencia (CNI) que continuó con su herencia de muerte y destrucción.
Recientemente, LOM ediciones, publicó el libro “Las
letras del horror” escrito por el periodista de la Universidad de
Chile, Manuel Salazar.
En sus más de treinta años de ejercicio profesional,
Manuel Salazar ha trabajado para diversos medios chilenos y extranjeros y ha
escrito los libros “La Historia Oculta del Régimen Militar”, junto a
Ascanio Cavallo y Óscar Sepúlveda; “Contreras. Historia de un intocable”;
“Guzmán: quién, cómo y por qué”; “Bajo sospecha; “Cómo entender al Decano”;
“Traficantes & Lavadores”; “Chile 1970-1973″; “El rebelde de Patria y
Libertad”; “El crimen organizado a las puertas de Chile”; y “Piñera”.
Letras, es una investigación acuciosa de las
primeras actuaciones de los aparatos de seguridad y la aparición de los
cuarteles secretos, donde a los detenidos se les sometía a torturas indecibles
que frecuentemente terminaban con su muerte y eliminación de los cuerpos.
El libro, tiene una lectura que deja que el lector
saque sus propias conclusiones siendo, este libro un gran aporte a la historia
de nuestro país.
Esta serie de dos volúmenes, tiene como objetivo dar a
conocer como se gestaron estas instituciones de represión, los métodos de
aniquilamiento y represión; los cuarteles secretos de detención y tortura; su
estructura orgánica; el personal que actuaba para establecer y dar a conocer
las circunstancias de las detenciones, torturas y muertes de muchos chilenos
para impedir el olvido en nuestra sociedad, con todo su entramado de odio, horror
y miedo.
Durante la lectura del primer volumen, que esta
enfocado en la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), se me venía
a la mente insistentemente una pregunta que condensa a todas las demás: ¿por
qué?.
En este libro, se advierte como la doctrina de la
seguridad nacional había infiltrado a la sociedad chilena permitiendo, más
tarde, que muchos de los colaboradores civiles de la represión facilitaran y
colaboraran en la delación, detención, tortura y muerte de chilenos. Y son esas
personas y grupos sociales y políticos, los que no han querido encarar, hasta
ahora, sus responsabilidades frente al horror que vivieron compatriotas suyos,
siendo severos con quienes estaban en contra de sus intereses y preferencias
pero, siendo comprensivos con la maldad que los beneficio.
En su investigación, Manuel Salazar, da a conocer
nombres, “chapas” y apodos de las víctimas y de sus victimarios; recoge,
confesiones y testimonios que algunos de los agentes y colaboradores de la
violencia institucionalizada entregaron años después ante los tribunales de
justicia; los nexos con el anticastrismo y el neofascismo italiano que
prepararon los crímenes del general Prats y de Orlando Letelier como también,
el atentado en Roma en contra de Bernardo Leighton y su señora, Anita Fresno.
El libro, muestra como iban cayendo los opositores;
sus tormentos; la impunidad de sus detenciones, el desamparo en que se
encontraban, la aplicación de la Doctrina de Seguridad Social para
liquidar al “enemigo interno” y los intentos por borrar su memoria, haciendo
desparecer sus cuerpos y sus pertenencias sin advertir, que la memoria estaba
presente en los recuerdos de las familias de las víctimas de esta represión.
La palabra horror tiene sílabas que despiertan en
nuestra imaginación una incógnita sobre lo que más tememos y este libro, aborda
el horror vivido no solo en Chile, sino que en todo el continente.
Es por eso, que el escritor venezolano Salvador
Garmendia diría sobre el horror: "esta imagen espectral del tiempo no es
ajena al tiempo llamado universal en el siglo XX; tiempo que se desvanece en
sus manos esperando que llegue la eterna noche para salir de las sombras y
entrar al mundo de los sueños de los mortales. El horror anida en cada uno de
nosotros, es esa parte oscura del ser humano que nunca se verá reflejada en el
espejo”.
En esos años de represión, miedo, suspicacias y horror
el lado oscuro de los hombres caminó por un mundo de sombras, de dolor y
muerte. Se van a cumplir 39 años del Golpe Militar y al leer esas
páginas, entendí que nos toco un tiempo muy duro, de muchas penas para muchos y
entendí las desconfianzas, la forma extraña en que se comportaban algunas
familias.
Este libro nos sirve para rescatar la memoria
colectiva e impide, que nos invada el olvido y no recordemos nada de los que
nos pasó para no echar en saco roto, los errores cometidos. Estos libros,
impedirán que nuestra memoria se convierta en algo vencida y olvidada de si
misma, sin que nos sirva de mucho.
Tal como expresara en un comentario anterior, las voces de quienes se quiso silenciar están sonando cada día más fuerte, porque nada hará callar su dolor ni el dolor de quienes les recuerdan todos los días de la vida, porque mientras estén en nuestra memoria, siempre serán parte de nuestra historia .
SANTIAGO OFF revitaliza la actividad artística durante el verano
Escritores chilenos en la Feria del Libro de Buenos Aires
Publicada Claraboya, novela póstuma de José Samarago
El libro póstumo de José Saramago “Claraboya” fue
presentado el mediodía de este jueves a través de una video conferencia por
Pilar del Río, presidenta de la fundación que lleva el nombre del Nobel de
Literatura de 1998.
“En este libro está contenido José Saramago” afirmó Pilar del Río al referirse a esta edición póstuma. Pero, ¿por qué ahora esta publicación?, ¿cómo es posible que Claraboya siguiera inédita 60 años después?
La historia resulta tan conmovedora y asombrosa que bien podría haber sido argumento de una de las novelas que el Nobel portugués regaló a los lectores a lo largo de su vida.
Se convierte en un conmovedor microcosmos que tiene como telón de fondo la dictadura portuguesa de Salazar, la más longeva de Europa; como música ambiental la Tercera Sinfonía de Beethoven, la Marcha Fúnebre de Chopin, La danza de los muertos de Honeggerm y el fado portugués; como autores de cabecera a Shakespeare, Diderot, Eça de Queirós y una pregunta de Fernando Pessoa que flota en el denso, tantas veces enrarecido ambiente que lo envuelve: « ¿Deberemos ser todos casados, fútiles, tributables?»
Esto es, en esencia, Claraboya, la obra que José Saramago escribió hace más de sesenta años, entre los cuarenta y cincuenta del pasado siglo, y cuyo manuscrito entregó a una editorial portuguesa en 1953.
Pilar del Río, presidenta de la Fundación José Saramago y traductora de su obra, cuenta en el prólogo de Claraboya –titulado El libro perdido y hallado en el tiempo– que una mañana de 1989, Saramago recibió una llamada de la editorial para informarle de que el manuscrito había sido encontrado en una mudanza de sus instalaciones y que considerarían un honor publicarlo entonces. “Obrigado, ahora no”, respondió el autor.
Ese mismo día recuperó su novela y tuvo, por fin, una respuesta por parte de la editorial a la que le había confiado el original de Claraboya, “la que le fue negada cuarenta y siete años atrás, cuando tenía treinta y uno y todos los sueños a punto. Aquella actitud de la editorial del Diario de Noticias le sumió en un silencio doloroso, imborrable y de décadas”, explica del Río. No en vano, Saramago no volvió a escribir hasta veinte años después.
Aunque sus más cercanos intentaron convencerlo de que publicara Claraboya, “donde ya se observaba lo que después acabaría desarrollando plenamente: su propia narrativa”, una vez recuperada, el autor decidió que no se editaría mientras viviera.
Ahora, se publica Claraboya, para sus lectores en castellano, quienes también podrán constatar lo que el mismo autor señaló: que muchos aspectos de este libro, el segundo que escribió después de la publicación en 1947 de Tierra de pecado, están relacionados con su modo de ser.
“¿Cómo es posible que el jovencito de veintitantos años escribiera con tanta madurez, tan seguro, que ya enunciara obsesiones literarias y dejara ver su mapa de trabajo y sentimental de una forma tan explícita? ¿De dónde sacó Saramago la sabiduría, la capacidad de retratar personajes con tanta sutileza y economía narrativa, de proponer situaciones anodinas y sin embargo tan profundas como universales, de introducción?
Esta es, sin duda, una novela de personajes. En ella están contenidos los personajes masculinos de Saramago, “hombres de pocas palabras, solitarios, libres, que necesitan el encuentro amoroso para romper, siempre momentáneamente, su forma concentrada e introvertida de estar en el mundo”, explica su traductora.
“También están las mujeres fuertes de Saramago, donde su capacidad transgresora se hace más evidente y descarnada” agrega del Río.
En Claraboya, hay una mirada lúcida, compasiva, con
humor y en el cual experimenta la hipertextualidad, ya que intercala los
diálogos de seis familias en igual número de departamentos. Para la época en
que fue escrito, sin ser un libro político, rompía los esquemas de la época lo
que pudo haber influido para no ser publicado.
Pilar del Río explicó que para quienes recibieron el manuscrito de un escritor desconocido, “era una situación muy fuerte, muy arriesgada el defenderlo ante la censura y la sociedad, para el poco provecho que aportaría. De ahí que el libro se quedara relegado, sin un sí comprometido, sin un no que pudiera comprometer en el futuro”. La publicación que ahora ve la luz, es por expreso deseo de su autor, que dejó en manos de sus herederos la decisión de su publicación.
Claraboya es la historia de un edificio en el que viven seis humildes familias cuyos miembros “se ven sucesivamente envueltos en un enredo”, según palabras del propio autor.
La rutina, el vivir cotidiano, teje hilos invisibles que atrapan y relacionan a los distintos personajes en una trama, que no es otra cosa que la misma vida, donde –en palabras de Pilar del Río– “la familia no es sinónimo de hogar, sino de infierno, las apariencias tienen más fuerza que la realidad, ciertas utopías que aparecen como objetivos loables son, páginas después, descritos como relativos, donde se condenan de forma explícita los malos tratos a las mujeres o se narra con naturalidad el amor entre personas del mismo sexo, expresado con angustia personal aunque sin condena por la mirada del autor”.
Es a través de una claraboya y de manera queda, es que el lector se introduce en cada casa, en cada vida y espía las frustraciones, anhelos, nostalgias, miedos, alegrías y tristezas que por corrientes terminan siendo universales.
Sin embargo, y a pesar de los años transcurridos entre la escritura del libro y su publicación, la realidad que retrata sigue vigente en Lisboa y en todo el mundo, donde hay miles de personas que día a día se levantan a trabajar, a vivir una dura realidad, pero, que a pesar de la pobreza logran encontrar momentos de belleza en sus vidas.
José Saramago (Azinhaga, 1922-Tías, Lanzarote, 2010) Premio Nobel de Literatura 1998, es uno de los escritores portugueses más conocidos y apreciados en el mundo entero. En España, a partir de la primera publicación de El año de la muerte de Ricardo Reis, en 1985, su trabajo literario recibió la mejor acogida de los lectores y de la crítica.
Otros títulos importantes son Manual de pintura y caligrafía, Levantado del suelo, Memorial del convento, Casi un objeto, La balsa de piedra, Historia del cerco de Lisboa, El Evangelio según Jesucristo, Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres, La caverna, El hombre duplicado, Ensayo sobre la lucidez, Las intermitencias de la muerte, El viaje del elefante y Caín.
También se ha publicado Poesía completa, Cuadernos de Lanzarote I y II, Viaje a Portugal, el relato breve El cuento de la isla desconocida, el cuento infantil “La flor más grande del mundo”, el libro autobiográfico Las pequeñas memorias, El Cuaderno, Saramago en sus palabras y El último cuaderno, un repertorio de declaraciones del autor recogidas en su blog personal y en la prensa escrita.
Además del Premio Nobel de Literatura 1998, Saramago fue distinguido por su labor con numerosos galardones y doctorados honoris causa.
Salvajes ilustradoras rompen el molde
¿Por qué Señoritas Salvajes?
Karina Cocq, explica que “es una vuelta de tuerca a las concepciones que la cultura y la sociedad establecen como correctos.
Tiene que ver con salir de los estereotipos y el molde, asumir la naturaleza
propia sin los preceptos que dicta la cultura, las amistades, la familia, las
parejas, el trabajo, el arte, etc… ser señorita salvaje es la libre elección
que también se evidencia en nuestra manera de dibujar, cada una elige
como expresarse según su instinto o su formación”.
La exposición se inaugura el martes 6 de marzo, a las
19:00 horas en la Sala Novedades de la Biblioteca de
Santiago ubicada en Matucana #151 (Metro Quinta Normal). Ese mismo día las
artistas autografiarán libros y obras originales que estarán a la venta. La
muestra se extenderá hasta el 30 de abril.
Con lápiz, papel, acuarelas y pixeles en mano, el
trabajo de estas artistas mezcla el humor negro y sarcasmo en caricaturas que
abarcan desde lo más cotidiano: quejas, la comida, ser mujer, la sexualidad
hasta temas de contingencia nacional que hasta han dado que hablar en redes
sociales.
Una mirada a las mujeres libre de estereotipos es la que presentan 3 jóvenes
ilustradoras en “Señoritas Salvajes” muestra la exposición que inaugura la
Biblioteca de Santiago con motivo del mes de la mujer.
El Papel del Amigo: caprichos de un curador
Trabajos de Norman Rockwell, Robert Sloan, Henry
Koerner, Antón Otto Fischer, grabados de Antonio Seguí, Rufino Tamayo y Antonio
Berni, entre cien creadores contemporáneos serán algunos de los trabajos
presentados en la exposición “El Papel del Amigo: caprichos de un curador” que
se presentará en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) entre el 15 de marzo
y el 22 de abril del presente año, y que, a partir de mayo, se mostrará en
Espacio ArteAbierto de Fundación Itaú.
La exposición que reúne siete décadas de coleccionar
obras gráficas de diversos formatos y temáticas, pertenecen a la colección de
Edward Shaw, y que incluye afiches propagandísticos editados por el gobierno
estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial.
También se exhibe un dibujo de siete metros de largo
del artista chileno Víctor Castillo y la serie Tesoros y Trofeos, que contempla
un póster creado por Roberto Matta en apoyo a las protestas de mayo de 1968 en
París.
El curador y coleccionista Edward Shaw, da a conocer
una selección de la obra gráfica que ha atesorado y muchas, llevan dedicatorias
y algunas están acompañadas por cartas con dibujos hechos por los artistas. Son
un centenar de obras originales –dibujos, grabados, acuarelas, acrílicos -
creadas por los amigos que ha hecho Shaw en sus periplos por América Latina y
Europa.
Para Shaw, la exposición es una revisión de todas las
amistades que han enriquecido su vida y es un llamado al desafío de coleccionar
y compartir los resultados.
“Entusiasmarse por las obras sobre papel es igual de
válido y tan enriquecedor como la pasión por la pintura”, explica Shaw, quien
comenzó a guardar cada papel que pasó por sus manos desde los siete años.
Partió con afiches propagandísticos, regalados por un
tío, impresos en 1943 por el gobierno estadounidense con el fin de conseguir
apoyo para las tropas durante la Segunda Guerra Mundial. Éstos
incluyen trabajos de reconocidos dibujantes de la época, como Norman Rockwell,
Robert Sloan, Henry Koerner y Antón Otto Fischer.
Casi todas fueron regalados o trocadas por objetos de
arte tribal o por textos escritos para catálogos. Así, el coleccionista acuñó
en su acervo piezas como un afiche de 1956, estampado a mano sobre papel de
seda, por el mexicano Rufino Tamayo.
Destacan obras tempranas de Valerio Adami, Antonio
Berni (Serie de Ramona Montiel), José Luis Cuevas, Antonio Dias, William T.
Wiley, Jan Voss, Lourdes Castro y Rene Bertholo. Los 17 grabados del argentino
Antonio Seguí, revelan la evolución del artista desde 1953, cuando tenía 19
años. También se expone un dibujo de siete metros de largo hecho en 2003 por el
artista chileno Víctor Castillo.
En la muestra, hay sesenta mapas antiguos de América
del Sur, especialmente de Chile y Argentina, dibujados por cartógrafos
renombrados de Europa y América durante los siglos XVIII y XIX y que exponen el
constante cambio de las fronteras, revelando cómo los límites chilenos llegaron
a las cercanías de Buenos Aires en 1780, o cómo el territorio nacional incluía
toda la Patagonia en 1850.
Los afiches que ilustran la idiosincrasia de la
China de Mao, muestran al líder revolucionario en sus docenas de poses
como jefe único de más de mil millones de personas, en tanto que una serie de
afiches publicitarios chinos de productos como cigarrillos y cosméticos,
comprueban que las tendencias consumistas en este país fueron similares a las
del Occidente en la época pre-revolucionaria.
Finalmente, se exhibe la serie titulada Tesoros y
Trofeos, con un afiche creado por Matta en apoyo a las protestas de mayo de
1968 en París, así como fotos intervenidas y otras obras que captaron el ojo de
Shaw en distintas etapas de su vida en Argentina y Chile.
Este proyecto cuenta con el auspicio de Banco Itaú y
el apoyo de Cazuela Films. En este contexto, la exposición en el MNBA será
complementada con una exhibición que se realizará en el Espacio ArteAbierto de
Fundación Itaú en mayo del presente año, la que considera obras de 13 artistas
junto a su contextualización histórica.
En esta oportunidad, se exhibirán cartas y cheques de Fernando Botero y Antonio Seguí, con quienes Shaw entabló amistad en 1961, cuando los tres eran veinteañeros. El catálogo que da cuenta de ambas exposiciones, será lanzado en la inauguración de la muestra en Espacio ArteAbierto.
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