A comienzos de año, Ril Editores publicó el libro “13 cuentos prohibidos para depresivos” escrito por Cristián Gazmuri, en el cual hace un llamado de alerta sobre este mal tan actual como es la depresión.
Ya sea como lectores prohibidos, como objetivo de este libro o como autores de los cuentos recogidos en esta antología, los depresivos son la estrella de esta compilación que busca comprender que además de ser frágiles, las personas con depresión son seres buenos que viven un infierno en sus vidas.
Lo que motivó al autor a escribir esta compilación fue que él considera que es una enfermedad hipócrita porque “las personas, aparentemente, se ven bien y para la cual no se ha encontrado remedio”
La depresión (del latín depressio, que significa ‘opresión’, ‘encogimiento’ o ‘abatimiento’) es el diagnóstico psiquiátrico que describe un trastorno del estado de ánimo, transitorio o permanente, caracterizado por sentimientos de abatimiento, infelicidad y culpabilidad, además de provocar una incapacidad total o parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana.
Muerte, pesadillas y padecimientos interminables que unidos a una atmósfera asfixiante e inquietante hacen que en los 13 cuentos de Antón Chejov, Arthur Conan Doyle, Franz Kafka, H.P. Lovecraft, Edgar Allan Poe y Oscar Wilde y otros autores, nos introducen en un mundo terrible, hasta morboso, del padecimiento de los protagonistas de estos relatos en los cuales estos, la única salida que tienen los protagonistas es la muerte y el olvido.
Sin embargo, Cristián Gazmuri no convierte estos relatos en una apología a la depresión. Más bien, hace un llamado de atención hacia la enfermedad logrando que los lectores se involucren emocionalmente con el drama de los protagonistas que viven en el margen de la sociedad que los rodea, inmersos en una profunda tristeza siendo víctimas de quienes se aprovechan de esa incapacidad de sobreponerse al fracaso de sus esfuerzos lo que, finalmente, los destruye.
La mayoría de los cuentos están ambientados a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. En ese tiempo, se vivieron cambios sustanciales en Europa. La burguesía se impuso como el grupo dominante con la actividad industrial y comercial, por lo cual, la nobleza pasó a un segundo plano en la conducción económica y se suponía que, a fines del siglo XIX, el mundo estaba en orden.
Sin embargo, en política, las nuevas ideas del anterior siglo sentarían las bases para las revoluciones burguesas, revoluciones que se expandirían por el mundo mediante el imperialismo y buscaría alianza con el movimiento obrero, al que, para evitar su triunfo, le cederían el sufragio universal; en filosofía, surgirían los principios de la mayor parte de las corrientes de pensamiento contemporáneas, corrientes como el idealismo absoluto, el materialismo dialéctico, el nihilismo y el nacionalismo; el arte demoraría en iniciar el proceso de vanguardias, que quedaría cimentado en movimientos como el impresionismo.
La ciencia y la economía se retroalimentarían, el término "científico", acuñado en 1833 por William Whewell, sería parte fundamental del lenguaje de la época; la economía sufriría dos fuertes revoluciones industriales, la primera acaecida entre 1750 y 1840 y la segunda entre 1880 y 1914.
Entonces, la mezcla del romanticismo, neoclasicismo, nacionalismo, la aparición del sicoanálisis y el regreso al racionalismo configuró una sociedad en la cual la enfermedad, suciedad, locura, pobreza, vicios y prostitución estarían presentes en todas las clases sociales, conformando una sociedad fugaz, con superficies borrosas, donde los plazos son cada vez más pequeños, el ritmo cada vez más rápido y donde el arte, empieza a centrarse en el tema social.
Estos autores, supieron crear personajes que reflejaban a las personas que vivían en esa época. Seres humanos inmersos en profundos procesos de introspección, debatiéndose entre sus propias contradicciones, en conflicto con sus propias creencias y conciencias que al arrastrar las culpas de su pasado muestran que sus peores enemigos viven en su interior.
Finalmente, el mérito que tiene esta compilación es que transforma este trastorno sicológico más prevalente e incapacitante en literatura ya que todos los escritores reunidos en esta antología o fueron depresivos o tuvieron problemas terribles reflejando en los personajes, sus propios dramas.