Comenzaba el siglo XXI y la manera en que
se producía y circulaba la información se transformaba gracias a Internet. La
Biblioteca Nacional de Chile -la más antigua de las instituciones culturales
del país, con orígenes vinculados directamente a la creación de República-
guardaba casi dos siglos de historia chilena en documentos que sólo podían ser
consultados dentro de su edificio. ¿Cómo hacer más accesibles esos documentos
patrimoniales? ¿Cómo proyectarlos al futuro? En 2001, la Biblioteca Nacional comenzó a
gestionar una idea que cambiaría la manera de acceder a sus colecciones: un
sitio web que, gracias a la digitalización de documentos, permitiera visualizar
en línea y descargar el patrimonio bibliográfico y documental de la institución.
Con la inspiración de sitios
internacionales como Gallica, de la Biblioteca Nacional de Francia; y American
Memory, de la Biblioteca del Congreso de EEUU; Memoria Chilena fue pensado como un
centro de recursos digitales que presentaba documentos dentro del contexto de
investigaciones o minisitios temáticos.
Ya
para el 2002 estaban listos sus primeros 100 minisitios, seleccionados como
“temas clave de la cultura chilena”: Mauricio Rugendas, Gabriela Mistral, la
guerra de Arauco, Lira Popular, la industria salitrera, entre otros. El 3 de
octubre de 2003 fue
lanzado al público como un sitio web pionero en la digitalización.
Desde entonces han pasado 20 años: Memoria
Chilena ha crecido a 968
minisitios y desde la plataforma se pueden visualizar y descargar 35.784
objetos digitales, entre los que destacan libros,
revistas,
manuscritos,
periódicos,
fotografías,
mapas,
grabados,
registros
sonoros y audiovisuales.
Para la ministra de la Culturas, las Artes
y el Patrimonio, Carolina Arredondo, la digitalización es una herramienta
esencial para la democratización y la descentralización del conocimiento.
“Hay documentos de los que existe un solo
ejemplar impreso en todo el país y se preserva en los depósitos de la
Biblioteca Nacional. Gracias a la digitalización, se puede acceder a ese
material desde cualquier lugar del mundo y en cualquier momento, por miles de
personas. Son fuentes primarias imprescindibles para el estudio y la
investigación”.
Soledad Abarca, directora de la Biblioteca
Nacional, añade la importancia de digitalizar para la preservación: “Un
ejemplar está expuesto a daño cada vez que sale del depósito y es manipulado
por las personas. La posibilidad de revisarlo de forma digital evita ese daño y
guarda para la posteridad la imagen del objeto patrimonial, en buen estado”.
En dos décadas, Memoria Chilena se ha
convertido en referencia imprescindible para una generación completa de
estudiantes e investigadores. “Su éxito lo ha convertido en modelo e
inspiración de múltiples proyectos de divulgación de historia, cultura y
patrimonio cultural. Memoria Chilena fue el primero de los proyectos digitales
de la Biblioteca Nacional y, a partir de esa experiencia, emprendimos más
proyectos: el sitio para el público infantil, Chile para Niños (creado en 2005), el
repositorio Biblioteca
Nacional Digital (lanzado en 2013), el catálogo Descubre y el Archivo
de la Web”, explica Abarca. Memoria Chilena crea sus contenidos a
partir de una metodología basada principalmente en la digitalización de
documentos que forman parte del dominio público (esto es, una vez que ha cesado
el período de protección de la obra según la Ley de Propiedad Intelectual), de
forma de asegurar que el material pueda ser usado y descargado libremente, sin
necesidad de solicitar autorización alguna.
Los criterios para su selección son: el
valor del documento en términos históricos, literarios, políticos, sociales y
culturales; el estado de conservación de la obra; la demanda de los usuarios y,
finalmente, el estatus del material según la Ley de Propiedad Intelectual.
Una vez concluido el proceso de selección,
comienza la conceptualización de cada minisitio, la determinación de los
aspectos a desarrollar, las fuentes y la investigación. Y luego de la
publicación, los contenidos se mantienen en continua revisión. Memoria Chilena
es, de esta manera, un sitio que apunta a ser cada vez más completo y diverso,
abierto a ser corregido y mejorado, que continuamente busca nuevas estrategias
para incluir más puntos de vista y fuentes.
Algunas de esas nuevas miradas provienen
de otras instituciones y equipos de investigación con los que Memoria Chilena
ha colaborado para abarcar más áreas del conocimiento y disciplinas, además de
sumar objetos que no forman parte de las colecciones de la Biblioteca Nacional.
Destacan, por ejemplo, las investigaciones
colaborativas realizadas en torno al archivo La Nación y los registros
sismográficos de terremotos en Chile, así como con el material de archivos de
artistas como Carmen Beuchat y Totila Albert. Entre las instituciones que han
colaborado con Memoria Chilena están Cenfoto-UDP, el Centro Sismológico
Nacional, el Centro Cultural La Moneda, la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Chile, el Circo del Mundo - Chile, la Subdirección Nacional de
Museos, el Programa de Archivos Escolares UC, la Universidad de Magallanes,
Wikimedia, la Editorial Universitaria y el Museo de Arte Popular Americano.
Para su aniversario, Memoria Chilena tiene
planificado un calendario de celebraciones. El 26 de octubre se realizará, en
la Sala América de la Biblioteca Nacional, una ceremonia junto a autoridades,
instituciones colaboradoras y la comunidad de usuarios y usuarias.
Durante el mes se estará difundiendo por
redes sociales una selección con los “20 minisitios más importantes para
Memoria Chilena”: investigaciones que marcaron un hito para el funcionamiento
del sitio web.
Además, se planea para las próximas semanas la habilitación de
mejoras que refrescarán la forma en que luce la portada, visibilizando de mejor
forma los contenidos y sus novedades.
Y para los seguidores de la web, Memoria
Chilena publicará un nuevo Libro para Colorear, para descargar e imprimir,
elaborado a partir de Patrimonio Cultural Común que forma parte de las
colecciones de la Biblioteca Nacional.