jueves, 31 de marzo de 2016

Pedro Ivanovic: la complejidad del ser humano.

El año pasado, se publicó la novela “Pedro Ivanovic, terrorista” escrita por Luis Rivano y publicada por Alfaguara.

En ella, el protagonista Pedro Ivanovic es llevado ante una comisión médica que debe investigar y dilucidar si estaba en pleno uso de razón cuando tramó un atentado terrorista que consistía, en disparar en contra de un paradero de micro a una hora en que estuviera lleno con su arma de francotirador (o tirador escogido).

La novela se presenta ante el lector como si fuera una obra de teatro pues, originalmente estuvo concebida como tal. Ahora, la narración está construida en escenas retrospectivas, que al alterar la secuencia lógica de la historia conecta momentos distintos y traslada la acción al pasado lo cual, ayuda a conocer la historia de Pedro y a poder entender de manera más profunda, su carácter y las razones que lo llevaron a tomar esa determinación.

La historia empieza cuando el protagonista debe presentarse ante una comisión médica que investigara si Pedro Ivanovic, es lo suficientemente dueño de sus actos como para ser juzgado por el delito que quería hacer pero que se frustro. El consejo que le dio la abogada defensora, es que la comisión lo considerara cuerdo para que se le juzgara por tratar de cometer un delito y no por loco, porque de esa forma sería muy difícil liberarlo.

Ante la comisión, trata de explicar, de la forma más clara posible, los motivos y circunstancias que lo llevaron a tomar esa decisión. Los argumentos de Pedro se mueven en dos líneas principales que complejiza entender al protagonista.

La primera tiene que ver con su historia personal, con su ancestro croata que llevó a su abuelo y a su padre a ser considerados parias dentro de su sociedad; su rabia en contra de Tito, a la destrucción del imperio austro húngaro que consideraba un aglutinador dando un sentido de pertenencia a las personas.

La segunda idea, gira en torno al malestar que siente por el cambio que él ve en la sociedad en la cual, desde su punto de vista se ha perdido el respeto por los órdenes sociales, partiendo por la ley.

Las dos ideas anteriores conllevan un profundo malestar social contra la juventud y sus formas peculiares de vestir, contra el lenguaje coloquial que se oye en la calle, contra una supuesta falta de orden y pulcritud en el comportamiento y en las maneras de las personas, haciendo que se aparte de una sociedad que lo asquea por sus muchos defectos.

En esta novela, el autor pone a prueba su oficio ya que se adentra en complejidades sicológicas de todos los personajes que se ven enfrentados a dilemas éticos y muestra la ira, la envidia, el rencor, guardado en la mente y en el corazón de Pedro y a la vez induce en el lector la compasión, el desconcierto y un cierto humor negro hacia la tragedia de Pedro.

Luis Rivano nació el 19 de septiembre de 1932. Al ser llamado a hacer el servicio militar, eligió realizarlo en Carabineros en donde sirvió 11 años. De ahí le viene el apodo “el paco Rivano”; en sus años de servicio patrulló el barrio Matadero, los alrededores del Club Hípico y Santiago Centro.

En eso se le ocurrió escribir su ópera prima, “Esto no es el paraíso” que le costaría la baja de la institución a los 32 años. Rivano, explica que “el motivo de ello estaba claro: la novela narra el día a día de un carabinero raso, con «pellejerías, abuso de poder, algo de corrupción, prostitutas, compañerismo, soledad y calle”.

Pasó unos años vendiendo libros a través de todo Chile hasta que se le presentó la oportunidad de comprar el derecho de llave de una librería de viejo en la calle San Diego donde puso a la venta las dos novelas que ya había publicado y toda su biblioteca, “unos 400 libros, que eran todas primeras ediciones, libros firmados” que coleccionaba, y comenzó entonces su vida de librero y al mismo tiempo que compraba y vendía libros usados, editaba sus propios escritos.  

Así, los cuentos que más tarde compilaría en “El rucio de los cuchillos”, los publicó primero en cuadernillos que vendía de oficina en oficina. Después de su primera novela, publicó otras cinco pero fue el teatro el que le dio mayor fama.

Su primer drama, Te llamabas Rosicler, lo estrenó en 1976, y después de esa pieza se convirtió en un exitoso autor de obras de teatro, haciéndose merecedor de varios premios, incluido el Municipal de Santiago por “Escucho discos de Al Jolson, mamá”.

La pieza, “Por sospecha” fue incluida en la antología “Un siglo de dramaturgia chilena 1910-2010” como una de las cuarenta mejores obras teatrales nacionales de los últimos cien años.

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