Una persona hace uso de su lengua a través de las funciones
que tiene el lenguaje. Las funciones apelativa, emotiva, poética, fática,
metalingüística y la referencial logran que tanto en la prosa como en la poesía
se vean reflejados los diferentes objetivos, propósitos y servicios con que los
seres humanos nos conectamos con nuestro entorno
La prosa, es la forma que toma naturalmente el
lenguaje para expresar los conceptos, y no está sujeta, como el verso, a medida
o a cadencia determinadas y ha servido para describir lugares, costumbres o
entregar relatos y luego de su desarrollo en Atenas en los siglos V y IV a.c.,
por primera vez se dispuso de un instrumento lingüístico capaz de servir al
pensamiento abstracto.
Por otra parte, el lenguaje literario puede expresarse en
verso o en prosa. El verso es, por su estructura especial, más apto para la
lírica, y hemos llegado a tomar una conciencia tan clara de este hecho, que, a
menudo, se identifica lírica con verso; y llamamos poesía a un poema, esto es,
al verso.
Muchos dicen que la poesía es un trabajo estéril y no sirve
para nada o que es una pérdida de tiempo en este mundo globalizante y amorfo,
un desperdicio del intelecto, una entelequia espiritual mal retribuida o que es
una costumbre que está muriendo como darle cuerda a un reloj.
Sin embargo, se engaña quien piensa así porque la poesía,
suscita sentimientos encontrados. Por un lado, están quienes la han dejado de
lado porque no tiene una finalidad, no es fácil de leer y lo principal no es
fácil de entender. Para otros, aplaca las tormentas del alma, llena de amor el
corazón, alimenta el espíritu, asusta a la soledad o bien aleja una tristeza.
"La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la
necesita". Se lo decía Pablo Neruda al humilde cartero que cada día le
llevaba la correspondencia, en su bicicleta y con las ansias de poder expresar
sus sentimientos como lo hacía el poeta en sus versos.
Pareciera que con la aparición de los libros digitales se
extinguirá no sólo el libro de papel, como antes los papiros y luego los
pergaminos sino que también la poesía. Sin embargo, hace un tiempo, se publicó
el libro “Caballo de Fuego. Treinta escritores de Chile. Poesía y Prosa” de Ediciones
Corporación Artística “Caballo de Fuego” que recopila la prosa y la poesía de
treinta escritores chilenos.
Esta antología reúne a escritores, poetas y narradores,
pertenecientes a la
Corporación Artística Caballo de Fuego, “heredera de la
revista del mismo nombre, fundada en 1945, por los escritores Antonio Undurraga
y Luis Merino Reyes”. Uno de los méritos de esta antología es que rescata a
varios escritores que ya fallecieron y cuya obra no ha tenido la difusión
necesaria para alcanzar a un público masivo, entre ellos Luis Merino Reyes,
David Valjalo, Enrique Volpe, María Cristina Menares, Luis Magaña.
Con la lectura de los textos podemos adentrarnos en el
imaginario de un grupo de escritores que, además de la literatura los une un
compromiso camaradería y sensibilidad social. Los poemas y narraciones son de
la temática más diversa y con diferentes logros estéticos.
Esta compilación se distingue no solo por la calidad de
quienes escriben sino que también por el buen uso del vocabulario y porque
lleva al lector del mundo que existe el que debiera existir
Las poesías que se recopilaron en este libro, tienen la
capacidad de enseñar, conmover deleitar pero por sobre todo la de iluminar el
alma de quien las lee
Gustavo Pereira afirmaba que “la poesía -y el poeta- se
enraízan en esos deslumbramientos tormentosos que han permitido al hombre
elevarse desde las sombras de su sinuoso pasado: el asombro, el amor, la
fraternidad, la dignidad, el afán de justicia, de lucidez, de libertad... Toda
cosa o criatura que habite o viva en el universo sobrepuesta a su propia
consumición, henchida de germinaciones, todo estallido o iluminación en un
cuerpo consciente o en una solitaria y errabunda piedra espacial pueden ser
también parte o esencia de esa rara melancolía y esa pródiga alegría íntima que
muchos llaman poesía, pero que acaso no sea más que la desconocida e
inalcanzable región de un sueño que los hombres hemos inventado para reinar
sobre la muerte”.
Los relatos que aquí se incluyen también transportan al
lector a lugares y tiempos remotos. Javier Jarufe nos cuenta la historia de un
niño y un perro que un día aparece en la puerta de su casa, describiendo con
precisión y por sobre todo, con amor la relación que se establece entre los dos
protagonistas de este relato. Al leerlo, pareciera ver los ojos de ese perro
que se despide de quien lo acogió en su corazón.
Enrique Germán Liñero, deleita con un relato que transcurre
en una granja, donde el protagonista es un gallo que ve como pasa de ser el rey
del gallinero a uno que resignadamente va al cadalso, hasta que un milagro lo
salva y lo devuelve a su sitio de honor.
Luis Magaña Cuadrado nos habla de niños que empiezan a
descubrir los secretos de la sexualidad. Otro, nos habla de una extraña
invitación a una fiesta de disfraces. Walter Garib nos envuelve en el misterio
de Maruchita la deseada y AnaMaría Barbera, nos relata como un soldado italiano
que combatía en Rusia se salva de morir luego de participar en una batalla de la Segunda Guerra.
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