Gobernar no es una tarea fácil. Lo saben todos aquellos que
están en la cima del poder político y que están dirigiendo a un grupo o aun
país.
Por si mismo, el poder es solitario porque al final las
responsabilidades de las decisiones que se tomen, siempre serán de quien
preside la mesa. Y cuando las cosas toman un mal rumbo, la soledad y el agobio
es aún mayor porque cuando todo empieza a ir mal, se empieza a mirar al jefe en
busca de un milagro o una respuesta que de vuelta la situación para dar una
salida fácil a los problemas frente a los cuales se sienten incapaces de
manejar.
Andi Mirom, escribió que “El poder es un concepto que parece
fácil de entender pero no lo es tanto, en consecuencia cuando hablamos del
poder, muchas veces no se tiene claro de qué estamos hablando.
Se da el caso, que para que una decisión se pueda concretar
se requiere que existan las condiciones jurídicas, políticas y personales para
que ello sea posible. No hay nada más frustrante para las personas que están en
puestos de toma de decisión, el hecho de ordenar que se haga algo y ver que no
pasa nada; dicha circunstancia no es, ni más ni menos, la comprobación en carne
propia, de tener un poder que no es tal”.
En la novela Balmaceda, la guerra entre chilenos, publicada
por Ediciones B y escrita por Carlos Tromben, se relata el último mes de vida
de uno de los personajes más reconocidos de la historia chilena y la soledad en
que pasó esos días.
José Manuel Balmaceda nació en la Hacienda Bucalemu,
Santo Domingo, el 19 de julio de 1840 y falleció el 19 de septiembre de 1891 a la edad de 51 años.
Hijo mayor del senador Manuel de Balmaceda Ballesteros y de Encarnación
Fernández nació en una familia acomodada y estudió en colegio de los Sagrados
Corazones de Santiago de los Padres Franceses, en el Seminario Conciliar y más
tarde en el Instituto Nacional.
Se casó con Emilia de Toro Herrera con la que tuvo seis
hijos José Manuel, Pedro, Enrique, Elisa, Julia y María. Para algunos, fue un
estadista que realizó una de las mayores transformaciones sociales y económicas
realizadas hasta ese momento en Chile. Para otros, fue un tirano que pasó por
encima de la institucionalidad desencadenando la Guerra Civil.
El gobierno de Manuel Balmaceda, se realizó en un contexto
en el cual, la interpretación dominante, entendía el progreso como crecimiento
económico, modernización y el orden, como base para la tranquilidad en la cual
habría un progreso sin pausa y el hombre, no tendría límites siendo el creador
de su historia.
Esta concepción filosófica permitió que vida social se
hiciera cada día más laica creyendo menos en una voluntad divina que dirige los
destinos sino que más en las “leyes de la historia”, que llevaran al ser humano
hacia un futuro luminoso.
En la novela, el autor deja ver que los motivos para esta
pugna dentro del Gobierno balmacedista estuvo en la pugna entre facciones
políticas que tenían visones muy distintas de cómo se debía conducir al país.
Para Balmaceda, la conducción estaba centrada en el poder
del Presidente y su capacidad para decidir sobre el desarrollo del país.
Durante su mandato, la riqueza evidente de Chile, permitió
que llevara a cabo dos de sus más ambiciosos proyectos: un gran plan de
obras públicas (el viaducto del Malleco entre otras) y una reforma y
mejoramiento de la educación pública, promocionados en una serie de viajes
presidenciales realizados a través del país, que lo presentaron como un
presidente con autoridad y al mismo tiempo cercano a los ciudadanos, un mandatario
que sería capaz de llevar el progreso a los rincones más remotos del país.
Frente a él, estaba el Congreso, que quería un mayor control
político luego de las reformas constitucionales de 1870 y 1880 y como telón de
fondo y, seguramente la raíz del conflicto, la riqueza única del salitre que
rivalizaba con Estados Unidos por el dominio y la influencia en las costas
americanas del Océano Pacífico.
Pero la tensión política, las dudas económicas sobre qué
decisión tomar con las salitreras, donde algunos dirigentes planteaban su nacionalización,
llevaron que el Presidente y el Congreso a fines de 1890, se enfrentaran en una
pelea que terminó con la no aprobación de los presupuestos para 1891 por parte
del Congreso.
Ante ello, el presidente decidió confirmar el presupuesto
del año previo de facto, declarándose como la única autoridad política que el
Parlamento entendió como una decisión que excedía sus facultades y lo ponía
fuera del marco constitucional. Entonces, la Escuadra apoyada por las
fuerzas congresistas, se subleva el 7 de enero de 1891 dando comienzo a la
guerra civil.
Esta novela, Carlos Tromben recrea el último mes de gobierno
que va desde el 17 de agosto hasta el 19 de septiembre de 1891 es decir, el
período que abarca el comienzo y el fin de la batalla de Placilla.
Después de conocer el resultado de la batalla, ¿cómo se
habrá sentido al ver los pasillos del Palacio de Gobierno cada vez más vacíos?
¿Qué emociones le habrán apretado el corazón al comprobar que sus colaboradores
ya no estaban a su lado? ¿En nivel de soledad se habrá encontrado al abandonar
el Palacio de La Moneda,
refugiarse en la legación argentina, redactar su testamento político y escribir
sus cartas de despedida a su familia especialmente a su esposa y a su madre? ¿Qué
soledad le habrá embargado cuando puso el cañón del revolver en su sien antes
de disparar?
Nunca se sabrá. Solo podemos constatar hechos como que a las
8:00 de la mañana del 19 de septiembre de 1891, al día siguiente de cumplir su
mandato presidencial y con 51 años, el Presidente Balmaceda se suicidó,
disparándose un tiro en la sien. Cinco años después fue trasladado al
mausoleo de la familia Balmaceda, en medio de un gran funeral público.
Anteriormente, ya había delegado el mandato en el general
Manuel Baquedano tras la derrota en la Guerra
Civil frente a la coalición formada por el Congreso y la Armada. Sin embargo, un mes más
tarde, sería el almirante Jorge Montt quien retendría el poder hasta 1896.
La muerte del Presidente Balmaceda puso fin a un ciclo en la
política chilena, dando paso al Parlamentarismo que 41 años después, otra
Constitución daría paso a al presidencialismo.