En efecto, Rugendas y Darwin coincidieron en Chile en
la década de 1830, época en que a las diversas corrientes de pensamiento que
existían en Chile, se unía un cierto fastidio y desorden. Frente a ello, había
el deseo de dar al país una organización sólida, un gobierno estable, un
progreso cultural y económico que se venían buscando desde la época de la
Independencia.
Tiempo, en el que Diego Portales pondría la base
ideológica de muchos de los fundamentos que rigen al Estado chileno hasta hoy
en día como son el concepto de orden, el principio de autoridad fuerte
(presidencialismo); la impersonalidad y probidad de los cargos; la necesidad de
la existencia de una oposición política; la subordinación de las Fuerzas
Armadas al poder legítimamente constituido y la creencia que el aporte de los
extranjeros sería beneficiosos siempre y cuando no fuera el preludio de una
nueva dominación extranjera.
La protagonista de esta trama es Carmen Lisperguer,
mujer de veintisiete años, hija única de un hacendado patriota que goza de la
lectura y el conocimiento, habla con comerciantes de distintas nacionalidades,
que no va a la Iglesia, caprichosa, dominante, difícil de tratar, casada con un
militar héroe de la Independencia varios años mayor que ella siendo el enlace
entre estos tres hombres que aman a la misma mujer.
Rugendas y Darwin se hacen amigos pero son contrarios
en el amor y en la manera de concebirlo. Mientras que para el artista
alemán, el amor y la pasión están concebidos de manera romántica ayudándolo en
su proceso creativo para el científico inglés, de veinticinco años, la pasión
está moderada por la ciencia y la observación donde el amor es una excusa para
encubrir el sexo y la procreación.
Carmen, disfruta de ambos tipos de amor sin abandonar
al hombre mayor que la ama en silencio, que acepta todas sus locuras por el
temor de perderla.
Quien narra la historia es Rugendas, como si se
estuviera mostrando su diario de vida, en el cual se intercalan las cartas que
Carmen le envío ininterrumpidamente durante quince años, incluso sin recibir
respuestas. Se sabe que luego de la muerte del pintor, ella quemó las cartas
que recibió de él.
El historiador Guillermo Feliú Cruz expresó en un
estudio que realizó que “la vida de Carmen Arriagada era sino una constelación
de ausencias, una existencia cuya forma era la de un vacío. Imaginaba la pareja
como una comunión intensa de cuerpos y espíritus, pero estaba casada con un
hombre al que no amaba.
Creía que la mujer tenía dones suficientes como para
acceder a derechos y protagonismos que, sin embargo, se le negaban o se le restringían.
Se sentía afín a un pensamiento moderno progresista, liberal, pero vivía
en una sociedad más cerca todavía del pasado colonial que de la modernidad”.
¿Si Rugendas y Darwin hubieran visto con los ojos de
Carmen, que habían podido ver y cómo lo habrían visto?
A lo mejor la respuesta está en la poesía de Elías Ramos cuando dice:
Si te vieras con mis ojos/ dirías que el cielo eres
tú...
Si te vieras con mis ojos/las flores del cielo serían pocas
para adornar tu belleza,/si sólo te vieras... con mis ojos.
La luz de la luna sería poca/para alumbrar las noches nocturnas,
en las que te veo pasar...
Espigada de luz de esmeralda/ entre el son de un pajarillo
que canta como derrotando al miedo.
Si te vieras con mis ojos/ sabrías por qué te amo tanto...
Porque el atardecer me parece hermoso/ a pesar de su agonía
siempre regala su último resplandor/cuando estás junto a mí,
si sólo te vieras... con mis ojos.
Entenderías que la distancia/es más corta cuando te quiero...
porque te deseo/y desearte me da alas para ir por ti
para cruzar distancias sólo por ti.
Oh... si sólo te vieras con mis ojos.
El cansancio se convertiría en paz/ sublime para mi altar...
y la lluvia dejaría de llorar/y se pondría a jugar conmigo
a ver cuál de los dos te quiere más,/cuál de los dos te quiere... más
si sólo te vieras... con mis ojos/ si sólo te vieras...
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