Luego de fallecer Marguerite Yourcenar la investigadora Michèle
Sarde revisó los archivos de la escritora en la biblioteca de Harvard y entre
todos las documentos, cartas, manuscritos, textos inéditos encontró,
sorpresivamente, las recetas de la escritora francesa, escritas por ella o
recortadas cuidadosamente de revistas
Michèle Sarde, biógrafa de Yourcenar, y Sonia Montecino,
antropóloga, Premio Nacional de Humanidades, junto a Editorial Catalonia ponen
en escena a través de este libro una faceta muy poco conocida de la intelectual
francesa: su afición por la cocina, su estilo culinario y la práctica de la
comensalidad, a través del libro “La mano de Marguerite Yourcenar”.
A partir de este cuaderno de recetas, Sarde y Montecino
escriben esta obra multifacética: un libro de recetas y ensayo sobre el gusto,
que incursiona en la literatura, la antropología y la gastronomía. “Una mini
biografía de Yourcenar a través de su paladar”, explica Michéle Sarde.
“La misma mano que hizo posible libros que son referentes
mundiales de la literatura, también produjo preparaciones degustadas en la
intimidad de su casa comedor o en su terraza en tiempos de fiesta o de simple
ejercicio de la amistad”, describe Sonia Montecino.
«Este texto está construido a partir de la transcripción y
traducción de las recetas de Marguerite Yourcenar, complementadas con una
investigación bibliográfica y bio-gráfica que indagó en los vínculos de la
escritora con la alimentación y la cocina, por un lado, y por el otro, que posó
la mirada en los orígenes e historia cultural de algunos de los platos y
preparaciones recopiladas en su cuaderno. Quisimos mostrar cómo las recetas
escritas por Marguerite en su cuaderno poseen una densidad cultural que se
relaciona, la mayoría de las veces, con la experiencia vital de la autora:
países recorridos-amados, gustos de la infancia, lugares revisitados en sus
novelas, herencias familiares y amistosas, preferencias nutricionales, comidas rituales
y festivas.
La cocina de Yourcenar es la de una persona expatriada que
encuentra inspiración en todas las tradiciones nacionales y culturales, una
cocina de alguien desarraigado que ofrece un núcleo de identidad. Cuando la
memoria original de los lugares, de las personas y de los acontecimientos se ha
borrado, dejando paso a un nuevo entorno, quedan las papilas gustativas, la
intimidad del paladar que rememora sin palabras las delicias de otros tiempos,
las primeras golosinas de la infancia. No es sorprendente que el sustrato de
nuestro cuaderno esté vinculado en primer lugar a Flandes, al gofre belga, al
cramique, a los buñuelos, a los panqueques, a las tartas de frutas
confeccionadas con los productos de la tierra y los productos de la vaca, la leche
sagrada y sus derivados adorados: la crema y la mantequilla... ». (Sonia Montecino y Michéle Sarde, autoras)
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