viernes, 1 de agosto de 2014

Maleficio y Hechicería en el Chile colonial: cuando la inteligencia tiene un límite.

Estimado lector ¿a usted le molesta que alguien tenga miedo de pasar bajo una escalera pero, todas las semanas juega religiosamente los mismos números en su juego de azar preferido? O ¿tiene una cábala al salir de casa para que todo salga bien? O ¿es una persona absolutamente racional pero si en una comida alguno de los comensales derrama la sal sobre el mantel siente una pequeña incomodidad? O ¿cuándo va al estadio va con la ropa interior puesta al revés?

Mitos, cábalas, supersticiones nos han acompañado a lo largo de toda la historia de la humanidad. En la antigua Persia se usaba el vocablo maguš, que contiene la raíz magh-, ‘ser capaz’, ‘tener poder’, haciendo referencia a la antigua casta sacerdotal persa y a su vez del sánscrito, maga, ‘ilusión’, de la raíz may, ‘obrar’, ‘mover. 

Más tarde griegos  y romanos (magīa) designaron con la “cualidad de sobrenatural” al arte o ciencia oculta con que se pretende producir, valiéndose de ciertos actos o palabras o con la intervención de seres imaginables, resultados contrarios a las leyes naturales.
(μαγεία mageia)

Con el avance de la historia, los magos fueron muy valorados, incluso los reyes de todas las culturas no tomaban ninguna decisión relevante sin consultar antes a ellos. La magia, fue la precursora de ciencias que conocemos en la actualidad tales como la medicina (curar con hierbas), la astronomía (astrología), y la química (alquimia)

Con el arribo de los europeos a las Américas, llegaron numerosas creencias sobre la brujería y también, diversas prácticas de adivinación y hechicería tanto de los conquistadores como de sus esclavos, que pertenecían a diversas etnias africanas que muy luego, se unieron a las creencias mágico-religiosas de los pueblos originarios de América.

La magia y la hechicería son fenómenos mucho más complejos de lo que parecen a simple vista. En un primer momento, se piensa que se restringen a ignorantes o con poca educación o a quienes viven en el campo porque el discurso de la modernidad, influenciada por el positivismo nos ha enseñado que el único conocimiento auténtico es el científico, que surge a través de un conjunto de pruebas que llevan a una conclusión final.

Aún cuando el tema de la magia y de hechicería en Europa y en la América hispana ha sido tratado ampliamente, en Chile ha sido un tema más bien marginal. Por ello y por el vacío que existe sobre el tema, es que el historiador Eduardo Valenzuela junto a Pehuén Editores publicó el libro “Maleficio. Historias de hechicería y brujería en el Chile colonial” donde estudia algunos de los procesos judiciales por hechicería que se llevaron a cabo en el siglo XVIII.

Estos procesos que se producen en tres áreas geográficas diferentes y con diferencias culturales entre los involucrados, tuvieron en común el hecho de ser considerados delitos, eran prácticas colectivas de toda la sociedad chilena y todos los procesos comienzan con la búsqueda de un maleficiador. 

Para Eduardo Valenzuela, la práctica de la hechicería “es un fenómeno que cruza toda la sociedad chilena y que se origina, por la necesidad humana de tener contacto con el mundo sobrenatural y tratar de modificar el orden del mundo natural.”

Revisando la documentación en el Archivo Nacional, el autor pudo darse cuenta que en el Chile del siglo XVIII aún cuando gobernadores, oidores, corregidores, que se suponían ilustrados y que perseguían esas prácticas, también las practicaban y las necesitaban en su vida diaria.

Esto se muestra en uno de los procesos donde un machi fue llamado como testigo en un juicio, aún cuando estaba prohibido. Cuando le preguntan si el acto cometido era maleficio, el machi responde que si era un maleficio, tal como el que usó para sanar al hijo del gobernador. 

Entonces, la pregunta que aparece es por qué una persona que tenía un cargo y una posición tan importante en la sociedad chilena, contrató a un machi para sanar a su hijo y no hizo llamar a un doctor.

La sociedad colonial estaba muy atenta a detalles como por ejemplo, si una persona al ir caminando se cruza con animales, están atentos a que si un pájaro canta demasiado en un árbol; si estaba a diestra o a siniestra. 

El lenguaje de lo mágico es sutil, pequeño, clandestino, que no es explícito sino que parte de señales que son leídas e interpretadas por quien sabe del tema y son afectados los que son capaces de leerlos. En cambio, para aquel que no lo domina, son hechos desconectados entre sí y que no tienen ningún significado.

Y a pesar que sistemas de pensamientos dogmáticos, han logrado instalar que la realidad es unívoca, tratando de monopolizar lo sobrenatural, existe una corriente de pensamiento no material, basado en códigos que la sociedad mantiene, cuida y lo que queda claro es que en el Chile del siglo XVIII e incluso en el del siglo XXI, existe una corriente de códigos y formas de pensamiento que están vinculados a esta forma de práctica, que fue real y que aún tienen un peso efectivo en las personas.

Otra tesis interesante de este libro es que lo que se ve en el siglo XVIII, es una pugna entre la explicación indígena de la realidad, las ideas y religión hispanas y los aportes modernos que llegan a una sociedad que es básicamente precaria y que no encajan en ella, siendo el eje de esta contradicción la permanente necesidad de la sociedad de entender que la explicación racional y científica, no agota la experiencia humana.

En una conferencia, el maestro espiritual del Tao Zen, Arnau Sarrà explicó que “la inteligencia tiene un límite para entender los procesos de las personas y por ello, se buscan explicaciones más allá de los datos duros”.

Por ello, las explicaciones científicas no conforman a las personas, no agotan la experiencia humana porque obligaron a dejar de lado saberes comunes, a la intuición, lo desconectó con la naturaleza. 

Por eso, a pesar de todos los avances científicos, los mitos y las cábalas (conocimientos y saberes que van más allá del método científico) siguen siendo necesarios para la seguridad, estabilidad y felicidad de las personas que siempre se están enfrentando a potencias que no pertenecen al plano visible de la vida. 

Fuerzas poderosas que existen, créalo o no.

#Eduardo Valenzuela  #“Maleficio. Historias de hechicería y brujería en el Chile colonial. 

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