sábado, 20 de febrero de 2016

El Puente del Diávolo: una cita con el diablo.

En el imaginario popular italiano, existen numerosos misterios históricos que se sustentan en una rara combinación de datos verídicos y testimonios del pasado, mezclados con una “pizca” de leyenda, tradiciones y elementos propios de una cultura transmitida de generación en generación por cientos de miles de años.

Entre ellas está la misteriosa isla de Montecristo, el castillo de Malaspina o la espada en la piedra de San Galano.

En el caso que nos convoca trata del Ponte del Diávolo (Puente del Diablo) que es una obra de singular arquitectura, cuyo extraño origen se basa en una leyenda que lo relaciona con un pacto con el diablo.

El Ponte del Diávolo se ubica sobre el río Serchio, en la comuna de Borgo a Mozzano, provincia de Lucca, Italia. Se trata de una obra maestra de la ingeniería medieval, y se calcula que data de los años 1000 – 1100 y sólo tuvo intervenciones importantes en los años 1800 y 1900 por inundaciones y modificaciones posteriores.

Cuenta la leyenda que “un día los habitantes de dos pueblos separados por el río Serchio le encargaron a un constructor que hiciese un puente que uniera ambos lados, para comunicar las dos poblaciones entre sí.

El constructor emprendió rápidamente su tarea, pero con el correr de las semanas la obra no avanzó como había previsto lo que ponía en juego su reputación ya que se acercaba la fecha para entregar el puente y como aún faltaba mucho para terminar, la desesperación se apoderó del pobre hombre, ya que se había comprometido con los pobladores a terminar el puente a tiempo.

Pocos días antes de la fecha límite, una noche despejada, mientras el constructor veía como su obra no concluiría a tiempo, alzó su vista y a lo lejos divisó un hombre vestido de forma elegante, contrastando con la luna. Nunca se imaginó que era el diablo.

Este extraño hombre se le acerco y le dijo “yo puedo terminar por ti este puente, en sólo una noche”. El constructor pensó que no tenia nada que perder (o eso creía) y decidió aceptar la propuesta. – Pero me tendrás que dar algo a cambio – le dijo su visitante.
– ¿Qué? – preguntó el constructor. – Me tendrás que dar el alma del primero que cruce este puente – sentenció el diablo. El hombre lo pensó un momento y luego aceptó.

Al día siguiente el puente estaba allí, una hermosa e increíble obra que duraría por cientos de años y los pobladores estaban agradecidos con el constructor. Pero el pobre hombre, agobiado por el pacto que había hecho, les pidió que nadie cruzase el puente hasta la puesta del sol.

Mientras tanto, fue en busca de ayuda con San Frediano, el obispo de aquella época. El santo, con sabiduría, le dijo “No se preocupe, deje que el diablo se lleve el alma del primero que cruce el puente, pero usted asegúrese que el primero que cruce sea un cerdo”. Así lo hizo el constructor, y esto enfureció al diablo por haber sido derrotado. En su ira, se arrojó a las aguas del río Serchio, y nunca más apareció por esa zona”
En Venecia, en la isla de Torcello, existe un puente sin barandillas, que se llama Ponticello del Diávolo, uno de los dos únicos que quedan en Venecia.  

Este es la escena de un crimen, que ocurre en la novela “El puente del Diávolo” de la periodista y escritora chilena María Angélica Blanco y publicado por la editorial Mare Nostrum.

Blanca Sommervielle, esta cobijada en un matrimonio que le da seguridad pero, en el cual esconde sus anhelos y ansias reprimidas. Durante un viaje, en un café de Venecia, conoce al hombre que se convertirá en amante y hará de ella una cautiva en un torbellino de fuego. Con él, inicia una relación que despierta sus pasiones y la envuelve en la sensualidad y el placer más profundo que hará prisionera de un torbellino de fuego.

Una noche, la joven doctora no regresa a su hotel y desaparece en la bruma veneciana. La agente Rafaella Buonarotti será la encargada de investigar y develar, las diferentes facetas de una mujer que al ir levantando los velos descubrirán a una mujer que se interno en un laberinto sin salida, que se enfrentó al dilema de elegir entre la libertad o avanzar hacia la aniquilación personal en una trama que se extiende entre Italia y Chile.

Esta novela hilvana amor, odio, locura y erotismo de alto voltaje mostrando, la caracterización interior de los personajes, sus motivos, sus circunstancias y acciones internas que nacen y se desarrollan a partir de los actos de terceros. También, explica el porqué, la finalidad de la acción, profundizando en la mente del personaje que lleva la acción y que gracias a su gran parecido a Lord Byron, cautivó a Blanca.

En la novela, la división entre buenos y malos de los personajes se difumina y la mayor parte de sus protagonistas, aunque de alguna manera decadentes, están en busca de la verdad o, cuando menos, algún atisbo de ella. 

En su búsqueda, la acción es rápida y a veces violenta donde tanto la inspectora Buonarotti, el policía chileno, Eduardo Barrientos y los criminales cruzan a menudo la barrera entre el bien y el mal, salvándose solo por el sentido del honor personal en medio de un ambiente, en que se crean oscuros personajes de apariencia respetable en una atmósfera hipócrita y agobiante.

Al iniciar la lectura de esta novela, el lector podría repetir la frase de Sherlock Holmes (the game is afoot): El juego está en marcha y no para, hasta la última línea de esta trama y que hace preguntarse al que lee si los personajes al caminar por el puente se encontraron con el constructor y sólo tuvieron un delirio imaginario o realmente, el diablo los tentó a que ofrecieran un alma a cambio de un favor. Solo al leer el desenlace de esta novela policiaca tendremos la respuesta.

Y si un anochecer tenemos la oportunidad de pararnos sobre el puente, quizás experimentemos algo que escapa de nuestro entendimiento.

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