El
año pasado, el sello Taurus publicó el libro “Reformas económicas en Chile.
1973-2017” del académico de la Facultad de Economía y Negocios y Premio
Nacional de Humanidades y de Ciencias Sociales, Ricardo FFrench-Davis, que
muestra una visión completa de la economía de Chile de los últimos cuarenta
años.
Ricardo
FFrench-Davis divide este período en tres ciclos de políticas y reformas. El
primero, corresponde al shock neoliberal impuesto por
la dictadura, con un crecimiento con altibajos y un deterioro en la
distribución del ingreso.
“Injustificadamente,
la economía chilena goza de fama de elevado crecimiento y de haber avanzado
hacia el nivel de ingresos de las naciones más avanzadas. Es un mito, pues en
realidad, entre el comienzo de la dictadura en 1973 y su final en marzo de
1990, el ingreso por habitante de la economía chilena retrocedió frente a las
economías más avanzadas”, establece el economista en su libro.
En
la publicación, se destacan cuatro grandes reformas: dos de ellas, se hicieron
en dictadura en 1975 y la otra el año 1982 y las otras dos, luego del retorno
de la democracia en 1990 y 2014. Ahora bien, cuando
se realiza una reforma económica, es obvio que se hacen en el mercado. El
problema es de qué mercado estamos hablando.
“Las
reformas económicas no son patrimonio de una ideología. Una dictadura
derechista tiende a concentrar los ingresos en los ricos, una de izquierda,
puede redistribuir, pero no tiene crecimiento, no hay incentivos para seguir
incrementándose ni en la parte pública ni en la privada.
Sin
embargo, no puede haber crecimiento sin orden económico y el crecimiento es
esencial, para mejorar el ingreso de los sectores medios y bajos. Y mucho más
en democracia
Una
reforma efectiva, necesita de economía de mercado y orden; de un Estado que
entienda que el crecimiento, requiere de una orientación que viene a través de
indicadores tributarios, en el incentivo de las políticas sociales, políticas
de desarrollo productivo y de la inversión pública.
Eliminar
al Estado no sirve, porque seguir mandando en lo político y en lo policial y
delegando el mandato económico en el mercado, lo único que se consigue es
crecer más lento, se reduce el ingreso per cápita, hay una menor inversión del
sector privado y finalmente, se cae en una mayor precarización del empleo.
Si
una economía cae en recesión, es el Estado quien la va a sacar de esa situación
con la inversión pública, dando señales de reactivación acompañándolo con la
política monetaria, crediticia, fiscal, tributaria empujando la actividad de la
demanda hacia arriba.
Las
reformas de la dictadura, tuvieron como rasgo común que fueron de un
monetarismo u ortodoxia extrema y que reflejaron una fe intensa en el
funcionamiento de los mercados libres, sin intervención estatal; en fin, que
cada uno se rascara con sus propias uñas. Y esas reformas, no habrían podido
suceder en una democracia con esa intensidad”, explica el profesor.
“Esas
reformas neoliberales implementadas en Chile significaron, en términos
económicos y sociales, la proyección de una nueva manera de afrontar el
desarrollo de la sociedad llevando a una mayor concentración del capital y a
una precarización y concentración del trabajo.
De
ser una economía cerrada y en la cual, había una gran regulación del Estado se
pasó a un modelo neoliberal, que abarcó entre 1974 y 1982 hubo una férrea
ortodoxia de los postulados neoliberales suscritos por los llamados
Chicago Boys y esto llevó a una apertura extrema a las importaciones, una gran
desregulación del sistema financiero y la apertura comercial hacia el exterior.
En
el contexto interno, se llegó a un 31% de desempleo en Chile y, además, a una
disminución en los salarios, numerosas quiebras de empresas y desaliento en la
formación de capital de inversión, principal motor de crecimiento y progreso.
Luego,
la segunda reforma vino después de la crisis cambiaria del año 1982. Esta se
originó, por una revaluación del tipo de cambio real a lo que se sumó, que la
deuda externa se duplicó y al mismo tiempo, las exportaciones cayeron hacia
1980-81.
El
año 1981, se inicia el sistema de capitalización individual sin mecanismos
solidarios. En consecuencia, se capitaliza la desigualdad existente. Es decir,
como hay desigualdad, el que tiene mucha plata puede poner bastante dinero y el
que tiene poca, pondrá poca y los que tienen empleos precarios e inestables,
pondrán menos todavía. Eso capitaliza cada vez más la desigualdad”, comenta el académico.
Luego,
en la misma dictadura hay dos reformas tributarias. Una el año 1975, en medio
del shock y luego el año 1984 en la cual imponen el sistema integrado. Este
sistema, permite que a las empresas se les devuelva el impuesto para que el
capital, no pague dos veces tributo, lo que ayuda a su concentración,
disminuyendo su contribución al desarrollo del país.
“Mucho
se ha hablado del milagro económico de Pinochet, pero si comparamos el ingreso
per cápita y el salario mínimo, veremos que no hubo tal. En efecto, como se
mencionó, el año 1973 el ingreso per cápita era de un 28% del ingreso de los
Estados Unidos y el año 89, bajamos al 25%.
Nos alejamos del desarrollo.
Por
otra parte, el salario mínimo tuvo caídas, bajadas y recuperaciones para llegar
bajo el nivel en que estaba el año 70 y mucho más abajo, de lo que estaba el
año 81- 82 cuando se pegó un bajón gigante, teniendo espacio para recuperarse.
Pero recuperar no es crecer. Recuperar es volver al punto de partida y recién,
pasamos el punto en que el salario mínimo estaba el año 1970, el año 1991”,
comenta FFrench-Davis.
“A pesar de tener todo el poder, no pudieron
mantener el desarrollo del país. Sin embargo, exhiben éxitos. Las exportaciones
chilenas crecieron mucho más rápido que las del mundo, en un periodo en que las
exportaciones mundiales crecían fuerte, un 6% y las chilenas crecían un 10%
durante los 16 años de dictadura. Ordenaron las cuentas fiscales, pero,
sacrificando el gasto social, el desarrollo industrial, a las PYMEs y a la inversión
pública.
Un
profundo error de la dictadura, empujada por su visión ideológica de gravar
menos a los altos ingresos, fue reducir los impuestos de manera regresiva y
mucho más, los gastos en educación y salud. Otro gran error, fue gastar plata
con un precio alto, pero transitorio, del cobre.
Al
presidente Allende le toco un precio alto del cobre recién a mediados del año
73 y la dictadura, partió con un precio muy alto que duró poco más de un año y
todo el dinero recaudado, se la gastaron durante el 74 porque no supieron
distinguir si ese valor era permanente o transitorio y por eso vino la crisis
del año 75.
La
inversión extranjera fue muy baja en diecisiete años y lo fuerte fueron dineros
financieros, préstamos bancarios pero la inversión productiva fue muy baja
durante la dictadura porque el programa daba incentivos para la especulación,
no a la inversión productiva e incluso la inversión pública (infraestructura,
carreteras, escuelas, hospitales y su mantención) fue dejado de lado en aras de
la especulación”, añade el economista.
Luego,
en democracia las otras dos grandes reformas se hicieron el año 1990 cuando se
hizo una reforma laboral y otra tributaria en la cual se subió tres puntos del
PIB la recaudación fiscal para recuperar la inversión social. La segunda gran
reforma, fue la reforma tributaria hecha el año 2014 durante el segundo gobierno
de Michelle Bachelet”, explica el profesor.