La palabra vernáculo (en latín vernacŭlus, ‘nacido
en la casa de uno’) significa propio del lugar o país de nacimiento de
uno, nativo, especialmente cuando se refiere al lenguaje.
La arquitectura vernácula, nació entre
los pueblos autóctonos de cada región, como una respuesta a sus necesidades de
hábitat y es diferente de otras, porque las soluciones adoptadas son un ejemplo
de adaptación al medio, realizadas por el mismo usuario, apoyado en la comunidad
y el conocimiento de sistemas constructivos heredados ancestralmente.
El medio ambiente local y los materiales de
construcción que pueden proporcionar gobierna muchos aspectos de la
arquitectura vernácula. Las áreas ricas en los árboles desarrollan una vivienda
de madera, mientras que las áreas sin mucha madera pueden usar barro o piedra.
Si no es sostenible, no es adecuado para su contexto local, y no puede ser
vernácula.
La arquitectura vernácula es un testimonio de
la cultura popular, conserva materiales y sistemas constructivos regionales de
gran adecuación al medio, por lo que constituye un patrimonio enorme y de vital
importancia, que debe ser protegido y conservado.
La arquitectura vernácula por otro lado
refleja las tradiciones transmitidas de una generación a otra y que
generalmente se ha producido por la población sin la intervención de técnicos o
especialistas, siempre ha respondido a las condiciones de su contexto,
buscando, a través de la sabiduría popular, sacar el mayor partido posible de
los recursos naturales disponibles para maximizar la calidad y el confort de
las personas.
Para hablar de la arquitectura vernácula hay
que tratar una serie de temas, los cuales son importantes para su desarrollo y
su entendimiento, ya que está ligada a los mismos y no se puede hablar sólo de
ella.
Daniela Fullerton Moreno y Piera Median Ziller,
con la colaboración de Macarena Ibarra, profesora del IEUT y Diego Iturra,
Antropólogo ex alumno del MHM, aplicaron esta definición a su investigación
sobre la manera en que los pueblos altiplánicos de Toconao, Socaire y Peine,
ubicados en la comuna de San Pedro de Atacama, construyen sus viviendas. Esta
indagación dio origen al libro “Saberes Arquitectónicos, las formas vernáculas
del altiplano" y que forma parte de la Colección Estudios
Urbanos UC y que fue publicado por Ril Editores.
Las autoras, presentan una nueva mirada a los
diversos caminos que han encontrado hombres y mujeres de estos pueblos
altiplánicos para ocupar el territorio y hacer arquitectura a partir de la
comprensión del medio, confinando técnicas propias de su modo de vivir, de su
cultura y ritos que sostienen su legado ancestral, que permiten mantener un
patrimonio vivo que requiere ser reconocido y puesto en valor como parte de
nuestra identidad.
La investigación que dio origen a este libro,
se desarrollo entre 2016 y principios del 2017 y se basa, en la investigación
de la tradición arquitectónica de la cultura Lickan Antay poniendo en
evidencia, inventivas urbanas y constructivas, de alto arraigo a su entorno que
aparecen gestadas en conjunto entre el hombre y el lugar que habitan.
Estas formas propias de construcción, expresan
el modo en que estas comunidades han producido su propio hábitat durante
siglos, acumulando conocimientos que provienen de la experiencia, observación y
su cosmovisión con respecto al territorio que habitan, tal como lo señala su
nombre 'Lickan Antay', que significa 'habitantes del territorio'.
Este tipo de arquitectura, ha sido proyectada por los habitantes de una región
o periodo histórico determinado mediante el conocimiento empírico, la
experiencia de generaciones anteriores y la experimentación, basadas en el
desarrollo de las construcciones tanto rural como urbana y catalogada por
valores enriquecedores que permiten conocer su vasto patrimonio cultural con el
desarrollo de nuevas tecnologías y materiales y difusión de supuestos patrones
de modernidad.
Estas constituyen una parte importante de la
tradición constructiva en todas las épocas, es decir tiene un marcado carácter
popular, entonces además de la práctica y de la vida cotidiana, es fundamental
la transmisión de los saberes para la conservación de este tipo de
arquitectura.
El libro registra los relatos de 9 cultores de estas cuatro localidades estudiadas,
que aún trabajan técnicas tradicionales de construcción en piedra, rescatando y
poniendo en valor sus saberes ancestrales que han resguardado a una
arquitectura profundamente tradicional en Chile.
El trabajo de investigación muestra la importancia
de este aprendizaje surgido desde la experiencia y los sentidos, así como el
valor de los saberes que guardan los ancestros, que a través de su experiencia
transmiten la memoria de generación en generación.
Además, muestra una nueva mirada a los diferentes
caminos que han encontrado los habitantes de estos territorios, al mismo tiempo
que han ido construyendo sus significados y asignándoles un sentido único,
dando forma a su hábitat de manera particular y en consonancia con el espacio
territorial originario
El resultado de esta enorme memoria cultural
se manifiesta en una arquitectura que ha nacido de la comprensión del medio,
confinando técnicas propias de su modo de vivir, de su cultura y ritos,
sosteniendo hasta hoy, un legado ancestral único, un patrimonio vivo que
requiere ser reconocido y puesto en valor como parte de nuestra identidad.