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Paulina Schwarze, Subdirectora editorial de Caligrafix, |
Fomentar el hábito lector
desde edades tempranas entrega beneficios que acompañan a las personas durante
toda su vida. Leer desde la infancia estimula el desarrollo del lenguaje,
mejora la comprensión, amplía el vocabulario y fortalece habilidades cognitivas
como la concentración, la memoria y el pensamiento crítico.
Además, la lectura temprana
despierta la curiosidad, potencia la creatividad y contribuye al desarrollo
emocional, permitiendo que los niños comprendan mejor sus propias emociones y
las de los demás. Crear un vínculo con los libros desde pequeños es abrir la
puerta a un mundo de aprendizaje, empatía y disfrute duradero.
“Los primeros libros que las
niñas y niños encuentran en su vida son mucho más que objetos de papel o
cartón: son puertas de entrada a mundos posibles, espejos donde pueden verse
reflejados y ventanas para observar realidades distintas a la propia. Desde la
primera infancia, los libros actúan como una plataforma de alfabetización
emocional.
Según Michéle Petit, los
relatos literarios ayudan a los niños a nombrar sus emociones, comprenderlas y
compartirlas. Al identificarse con personajes o situaciones, el niño empieza a
reconocer sus propios estados emocionales, desarrollando empatía y una mayor
conciencia de sí mismo y de los demás.
Esta experiencia lectora se
transforma en una herramienta que le permite, a su vez, transmitir su
interioridad e incentiva la comunicación con otros colaborando así en su
desarrollo integral”, explica Paulina Schwarze, Subdirectora editorial de Caligrafix, Profesora
de Lenguaje de Universidad Católica, Magíster con Comprensión Lectora y
Producción de texto en Universidad Andrés Bello.
“Además, los libros
infantiles, especialmente aquellos de alta calidad literaria y visual, es decir
con una fuerte carga estética y poética permiten que el niño se sumerja en la
experiencia lectora desde el goce, lo que fortalece su vínculo emocional con la
lectura y con el mundo.
En ese proceso, la literatura
no solo educa intelectualmente, sino que también forma al niño en dimensiones
vitales, éticas y estéticas, ayudándolo a construir su identidad y su manera de
habitar el mundo”, agrega.
Bajo esta mirada la
educadora recalca que “fomentar la lectura desde temprana edad es una apuesta
por el desarrollo integral de niñas y niños: no solo fortalece habilidades
lingüísticas, sino que cultiva la empatía, la imaginación, la sensibilidad
estética y el pensamiento crítico.
La lectura literaria es una
experiencia que transforma y permite al lector entrar en contacto con sus
propias emociones y con las de los otros. Por eso, más que enseñar a “leer
bien”, se trata de formar lectores que quieran y disfruten leer”.
Una puerta hacia
la imaginación
Respecto a de qué forma los
libros pueden fomentar la imaginación de los niños y los tipos de historias o
temáticas que pueden resultar beneficiosas para su crecimiento emocional, la
profesional indica que “la imaginación se cultiva cuando al niño se le ofrece
la posibilidad de habitar otros mundos, de explorar con libertad lo desconocido
y de hacer suyo lo ficticio. La narrativa infantil cumple esa función esencial:
crea un universo verosímil donde los pequeños lectores pueden proyectarse,
transformarse y jugar con lo imposible como si fuera real.
El pacto ficcional que se
establece entre el lector y el texto permite que incluso los más pequeños
“lean” el mundo emocional de los personajes, y a través de esa identificación,
comprendan emociones humanas complejas como la tristeza, la alegría, el miedo o
la rabia”.
Además, la experta recalca que
“las historias que mejor alimentan esta capacidad son aquellas que respetan la
inteligencia emocional del niño, que no subestiman su sensibilidad ni su
capacidad de asombro. Libros que hablen de relaciones afectivas, de vínculos
familiares, de aventuras interiores y también exteriores, favorecen este
desarrollo.
La lectura literaria es una
experiencia imaginativa que transforma al lector, porque en ella se combinan el
pensamiento y la emoción. Por eso, contar cuentos no sólo es formativo, sino
indispensable: activa la imaginación, fomenta la narración oral y fortalece el
vínculo afectivo con los adultos que median esas lecturas”, explica la
profesional.
En este aspecto, Caligrafix
genera un aporte significativo y en distintos niveles. “Por un lado, ofrecemos
una cuidada colección de literatura infantil y juvenil caracterizada por su
alta calidad estética y literaria llamada Viaje
Literario.
Estas obras, que abordan una
gran variedad de temas, apelan a los lectores al funcionar como verdaderas
ventanas al mundo ficcional, posibilitando experiencias imaginativas que
enriquecen tanto su desarrollo intelectual como emocional. A través de sus historias,
los niños y niñas pueden identificarse con los personajes, conectar con sus
propias emociones, encontrar refugio en los relatos y, al mismo tiempo, mirar
el mundo con otros ojos. La selección de libros de Viaje
Literario propone un acercamiento respetuoso a la infancia, brindando
textos abiertos a múltiples interpretaciones y formas de lectura” especifica la
docente.
“Por otro lado, nuestros
cuadernos Jugando
con los cuentos están diseñados para acompañar el desarrollo del
discurso narrativo, una habilidad fundamental para los niveles de Preescolar,
pues no solo les permite relatar experiencias personales, sino también
comprender y construir historias.
Fomentar esta capacidad es clave en la
formación de lectores y lectoras ya que les brinda oportunidades para
apropiarse del lenguaje narrativo como una herramienta para expresar, pensar y
transformarse”, enfatiza.
Recomendaciones para familias
y docentes para apoyar activamente este proceso
La clave, según explica la
profesional, “está en que los niños vean la lectura como algo natural,
significativo y placentero. Cuando el libro se convierte en parte de la vida
cotidiana, al mismo nivel que un juguete querido o una historia familiar, se fortalece
el hábito lector y se construye una relación afectiva duradera con los libros.
Para ello, la educadora
entrega los siguientes tips:
Docentes:
Crear un ambiente lector
cotidiano, donde los libros no sean solo materiales escolares, sino parte del
entorno, accesibles, atractivos y disponibles para el juego, la exploración y
la conversación.
Seleccionar textos de calidad
literaria y estética, que ofrezcan variedad temática, riqueza de lenguaje y una
propuesta visual sugerente.
Incorporar la lectura en voz
alta y compartida como parte de la rutina del aula. Esta práctica favorece la
construcción de comunidad, la alfabetización emocional y el placer de leer
juntos.
Promover el diálogo en torno a
la lectura, validando las interpretaciones de los niños, haciendo preguntas
abiertas y permitiendo que expresen sus emociones e ideas frente al texto.
Respetar los gustos lectores y acompañar las elecciones personales, incluso si no siempre responden a criterios adultos. El lector se forma en la libertad de elegir.
Para padres y cuidadores:
Ser un modelo lector: los
niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice. Ver a sus padres
disfrutar de un libro, hablar sobre él o leer en voz alta en casa, es una
poderosa invitación a leer.
Establecer rutinas de lectura
en casa, como el momento previo a dormir, donde se asocie la lectura con calma,
afecto y disfrute compartido.
Habilitar un rincón de
lectura, aunque sea pequeño, donde los libros estén al alcance de los niños,
junto a sus juguetes y no como objetos intocables.
Visitar bibliotecas y
librerías juntos, permitiendo que el niño explore y escoja lo que desea leer,
según sus intereses y curiosidad del momento.
Leer y conversar sobre lo leído, no con fines evaluativos, sino como un espacio para compartir ideas, emociones, recuerdos e interpretaciones.
Para más información: www.caligrafix.cl
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