jueves, 24 de mayo de 2018

Inaugurado el pabellón chileno en la 16º Bienal de Arquitectura de Venecia



Hace seis meses el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio anunció la iniciativa que representaría a nuestro país en la 16ª Bienal de Arquitectura de Venecia 2018. 

Tras un largo camino, este jueves se inauguró oficialmente el Pabellón de Chile con el proyecto “Stadium”, de la arquitecta nacional Alejandra Celedón, quien centró su trabajo en una investigación sobre retóricas y políticas de vivienda en los ochenta en el territorio nacional.

Así, al centro de Sala dell'Isoloto se ubica un modelo a gran escala de un edificio hecho de tierra apisonada. Tras un examen más minucioso, las sesenta piezas que componen la forma ovalada del edificio ya no parecen hechas de tierra, sino más bien talladas en ella y las distintas capas con ligeras variaciones de color y textura, recuerdan que es el suelo lo que está en juego en el Pabellón de Chile. 

Según explicó Alejandra Celedón, “este pabellón es otra de esas formas en que el conocimiento puede producirse. La planta en particular que da origen tanto al concepto curatorial como al diseño del pabellón, la encontró una ex ayudante de investigación (Eneritz Hernández), quien al recibirla de manos de una pobladora en San Ramón -rayada con su puño y letra hace 40 años- pensó que me interesaría y me avisó de inmediato. 

Apenas recibí la foto del plano entendí que teníamos entre manos un objeto y una imagen muy potente, testigo tanto de nuestra historia reciente como de nuestra ciudad presente”. 

“Stadium” presenta el hito de 1979 como la consagración de los pobladores que -sujetos a un número determinado de cuotas- se convertían en propietarios, un mecanismo biopolítico que celebró en masa la construcción de un nuevo sujeto urbano. Todo ello en perfecta sintonía con Freespace, el tema propuesto por las directoras de la Bienal, Yvonne Farrell y Shelley McNamara. 

El proyecto además fija tres hitos históricos llamados “Tres estadios del Estadio”, como símbolos de un contenedor masivo sin sentido determinado. 

El primero de ellos fue el mundial de fútbol de 1962; el segundo fue el uso del recinto como centro de detención y tortura en 1973 y el tercero, la visita del Papa Juan Pablo II en 1987. los que reflejan la amplitud de usos a los que “el edificio” se ha visto sometido a lo largo de su historia, modificando sus preocupaciones y al recinto en su calidad de contenedor desde su construcción en 1938.

Por otra parte, la estratificación de las piezas del pabellón es la huella de un proceso artesanal de producción mediante el cual, un material frágil y discreto como es el suelo el suelo y la tierra desnuda se transforma en un objeto estable y monolítico. 

Lo que está al centro de la visión curatorial, es la reconstrucción crítica de la planta del Estadio como un edificio que representa la imagen de la ciudad porque cada pieza, es un fragmento de la ciudad, materializado en capas de tierra apisonada, su cara superior impresa con el tejido urbano del barrio al que pertenece. La narrativa del pabellón se articula a su alrededor en otros cuatro momentos como son la sala de eventos, las islas, el horizonte y la ciudad. 

La primera (sala de eventos) ocupa el vestíbulo del pabellón y está dedicada a la investigación de archivo y a los hallazgos que rodean el evento. En el muro opuesto al acceso, la planta de Stadium con la ciudad inscrita se exhibe como origen de la exposición y como preludio de su materialización. 

A la izquierda, el material audiovisual narra la historia y el contexto del evento a través de tres soportes diferentes: la prensa y la propaganda, la cobertura televisiva y los discursos, y el fascículo. Una vez dentro de la sala principal, el Stadium de 7 x 5 metros emerge al centro. 

A su derecha, la pared sur exhibe un segundo momento, ‘las islas’, que amplía -mediante entrevistas a pobladores presentes ese día en el evento, las historias de tres de las sesenta piezas del Estadio que habla de tres poblaciones de la capital como son  La Pincoya, Villa Francia y La Bandera.

El horizonte, ocupa la pared norte y está dedicado a los múltiples estadios del Estadio a través de una película basada en registros de archivo, que devuelve al edificio su contexto, como testigo de la historia de la ciudad, revisando otros eventos y figuras importantes en el Estadio.

El muro de fondo, ofrece una versión espejada de la pieza central, su contraparte narrativa. 

La estructura representa la distancia entre el Estadio (en el centro de la ciudad) y las poblaciones (en las afueras de la ciudad), con el edificio como parte y testigo del desarrollo desigual de Santiago.

El equipo del pabellón de Chile en Venecia está dirigido por Cristóbal Molina, que es el representante del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio además, de ser el comisario del pabellón. 

El diseño estuvo a cargo de Tomás Villalón, la dirección de contenidos fue responsabilidad de Alejandra Celedón y Stephannie Fell; la identidad gráfica fue creación de Kathryn Gillmore y el proyecto audiovisual es de la autoría de Javier Correa. 


Finalmente, el área de multimedia fue responsabilidad de Gonzalo Puga, Arguzia S.r.l y la maqueta Stadium es de la oficina de Patricio Arias Sur Tierra / Quipu y Jean Petitpas.

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