sábado, 25 de febrero de 2017

Cocinando con caníbales: donde solo el más fuerte sobrevive.



El canibalismo es el acto o la práctica, de alimentarse con miembros de la propia especie y puede producirse entre miembros de muchas especies, aunque vulgarmente se asocia más con antropofagia, que se refiere a la situación de seres humanos que consumen congéneres.

El término, proviene de la deformación de la palabra caribe, en caniba, del idioma taíno, parcialidad de la etnia arawak. 

Para los caribes, el término significaba osado, audaz; para los arawak, enemigo y para los europeos, comedores de carne humana. Además, la palabra proviene de la práctica de esta tribu que Cristóbal Colón encontró en la isla de La Española (Republica Dominicana) en su primer viaje a América.

Los casos particulares en sociedades occidentales se relacionan actualmente con situaciones de hambre, criminales o personas con profundos problemas mentales.
 
En nuestro país, hemos podido observar desde hace algún tiempo, que los políticos, han empezado una serie de prácticas canibalescas, aportando raíces a la teoría darwiniana según la cual, “solo el más fuerte sobrevive”.

Según Víctor Meza, en su articulo “ el canibalismo político”, las luchas internas en los partidos políticos, sin importar el signo ideológico o la doctrina que los distingue y alienta, suelen desembocar en feroces reyertas y venganzas personales que, al final de cuentas, lejos de fortalecer y dar cohesión orgánica al partido, acaban fracturándolo y, por lo mismo, debilitándolo.

Después de un proceso electoral, esas luchas se intensifican y amplían, tanto en los partidos perdedores como en el seno del ganador. Los derrotados tienden a exigir cuentas, mientras que los vencedores exigen cuotas de poder. Ambas razones son suficientes para abrir la pelea y ensangrentar la arena.

En el caso de los que perdieron la elección, los reclamantes van por la cabeza de los responsables. Exigen cambios en la conducción y revisión profunda del liderazgo político. En cambio, en el caso de los que ganaron la batalla, el reclamo está ligado a la concepción patrimonial del poder, que convierte al Estado en un botín que debe ser repartido y distribuido en cuotas políticas e influencias administrativas concretas”.


En la novela “Cocinando con caníbales de Charly M. Purple y publicado por editorial Forja, precisamente se habla de uno de lo temas que más altera las relaciones sociales después del dinero y de la religión.

En este libro, se expone con una prosa impecable y dura, como una sátira política, la historia del joven diputado Nefi Moraleda, representante de los movimientos estudiantiles y del compromiso medio ambiental, de la esperanza ciudadana de probidad y de recambio generacional de los eternos legisladores.

Estos, fueron retratados como una tribu de seres antropofágicos fraticidas cuyas decisiones perversas se convertirían en un festín de horror democrático frente a un protagonista subyugado por las ambiciones personales, el materialismo y las enseñanzas de un oscuro senador que lo adiestrará en el  provechoso arte de de legislar.

El libro muestra como el poder obnubila y, a veces, distorsiona de tal manera el carácter y la conducta de quienes lo detentan,  que reconvierte y transforma a los personajes de una manera totalmente contraria a lo que fueron.

La antigua cortesía se vuelve prepotencia y arrogancia; la sonrisa de antaño se muta en ceño fruncido, al tiempo que la tolerancia en época de campaña electoral se traduce en exclusión grosera y silencio hostil. “El hombre” ya no es el mismo, el poder lo ha cambiado, ha sacado a flote sus pasiones más primarias y ha relegado a un segundo plano las virtudes que ostentaba.

El protagonista, progresivamente se va transformando en una contradicción de si mismo. Y en esta pelea, el que reclama bien puede recibir su merecido o si disiente, se puede transformar en un paria burocrático y peor le puede ir si pretende convertirse en un aspirante prematuro. La represalia puede llegar a los límites del canibalismo político de los propios correligionarios llegando a ser sectarios o intolerantes.

Los nuevos tiempos requieren de nuevos aliados, que van mutando de acuerdo a las necesidades del momento. Se acaban las amistades (si existieron) y la gratitud (real o fingida).

Ahora que vienen las elecciones presidenciales, tal vez presenciemos cambios y mutaciones, donde el canibalismo político alcanzaría sus niveles más altos como un siniestro baile que llegó para quedarse por un buen tiempo o por lo menos, hasta la elección del nuevo gabinete presidencial.


Entonces, ganadores y perdedores prepárense para el festín. La pregunta que surge es ¿cuántas cabezas serán el ingrediente del plato principal? Tenemos tiempo para verlo.




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