lunes, 18 de julio de 2016

“No hay una demanda social más amplia porque nadie asume los problemas nacionales como propios”.



Así opina el profesor Julio Pinto Vallejos, profesor en historia de la Universidad de Santiago, doctor en historia por la universidad de Yale y actual postulante al Premio Nacional de Historia, al dar su opinión sobre el momento en que se está moviendo Chile.

Al respecto dijo que “la situación es compleja porque hay tres aristas en juego. La primera, es la claridad de que se requieren reformas para ir superando el modelo institucional y socioeconómico que heredamos de la dictadura; la segunda sería las dificultades en implementarlas ya que existen intereses y poderes muy fuertes que se oponen a ellas y en tercer lugar, están los grupos que estando a favor de las reformas, se sienten muy frustrados por lo que está sucediendo ya que estas han despertado expectativas que no se han cumplido, teniendo un efecto contraproducente al final.

Las reformas son profundas y no es casualidad que el actual gobierno haya ganado con una plataforma de reformas más o menos estructurales porque se estaba recogiendo un sentir social de que era necesario resolver desigualdades que vienen de la dictadura. 

Al mismo tiempo ha costado que las reformas avancen.

Personalmente, siento que están bastante empantanadas las reformas y además, veo que lo que está saliendo del Congreso es una versión bien diluida de las proposiciones iniciales que ya n tenían cierto nivel de lejanía con las demandas iniciales y veo que hay dos problemas como son la aparición de los escándalos de corrupción que han afectado a todo el espectro político y el poco tiempo que tiene el Gobierno para destrabar el proceso.

Por otro lado, existiría una crisis de confianza de la ciudadanía hacia la clase política de la cual se duda tenga la capacidad de conducir estas profundas reformas, que son bastantes estructurales, en cuanto al tipo de dimensiones a las que apuntan y que han encontrado una resistencia muy fuerte en grupos sociales y económicos poderosos. Además, hay que considerar que tampoco es fácil para el Gobierno ya que si aún hubiera tenido mayor apoyo, tampoco es fácil, de llevar a cabo su programa porque las oposiciones que se han levantando son muy fuertes.

-También esta el hecho que solo son cuatro años de Gobierno.

Bueno, cuatro años para hacer cambios tan profundos es poco, sobre todo si se piensa que se está reformando la constitución, hay un proceso de reforma laboral, otro de modificación de la educación, hubo una reforma tributaria e incluso se habló en algún momento de la reforma previsional (que es otro gran tema).

Si a lo anterior, se agrega dos factores más como son el descrédito de la clase política que ha dificultado aún más la interpretación de estas reformas y el hecho, que dentro de la propia coalición de gobierno no exista mucho consenso respecto de la necesidad de las reformas y de la profundidad que se le quiere dar, entonces al unir todos estos factores, uno se encuentra con que hay problemas de plazos, legitimidad y de divisiones internas. Entonces, incluso en el mejor de los escenarios, es muy poco tiempo para hacer todos estos cambios.

También dio su visión sobre cómo se podría destrabar el conflicto mapuche. En ese sentido, Julio Pinto dijo que “la solución a las demandas del pueblo mapuche no pasa por ignorarlas. 

Primero, hay que tomarle el peso a lo que se trata. Esto es un movimiento que viene en alza y que se ha sostenido durante 25 años como un movimiento de carácter étnico. Si hay un movimiento social que atraviesa el período de la post dictadura, es justamente el movimiento mapuche, que surgió a principios de los noventa y no ha bajado hasta hoy y no lo va hacer.”


Entonces, está claro que militarizar la Araucanía no sería la solución.

Llevamos 25 años en eso y no hemos avanzado hacia una solución. La solución parte por reconocer, tomar en serio y dialogar con los distintos sectores del movimiento mapuche. Y creo que, efectivamente, algunas medidas básicas elementales como para empezar a buscar una solución es reconocer los nodos de las demandas legítimas que están levantando como son la recuperación de las tierras, el del reconocimiento cultural mapuche, que implica aspectos educacionales, culturales, patrimoniales, etc., que, sin duda,  nos haría muy bien reconocer como sociedad que somos una sociedad pluri nacional y multicultural porque lo somos de hecho y que no esté reconocido en la Constitución,  es tapar el sol con un dedo.  

Debemos reconocer nuestra multiculturalidad ya que hemos demostrado que no somos una cultura de un solo bloque, sino que tenemos diferencias y es en esas diferencias que está nuestra riqueza y como sociedad, deberíamos ser capaces de asumirlas como lo han hecho otros países de América Latina como Bolivia, Ecuador, Brasil, Colombia, Venezuela y hasta la Argentina”.

Al aproximarse nuevas elecciones presidenciales surge el temor de que este proceso de reformas pueda ser detenido.

Y eso abre un escenario muy complejo. Un gobierno que llegue con la intención de parar las reformas, se encontrará con una oposición fuerte de sectores que quieren reformas más radicales. Sin embargo, no pueden llegar a gobernar con una plataforma que diga “mire aquí no se cambia nada y seguimos como siempre”, porque se van a encontrar con una resistencia social importante. Esa, es una receta para un choque más o menos fuerte.

Me imagino que si la oposición quiere volver al gobierno, estarán pensando cómo diluir aún más las reformas que están en el camino sin provocar una explosión social. Todos tenemos claro que estas reformas es un tema que nunca les gustó pero, tienen que estar planteándose este tema si quieren volver a gobernar”.

Al realizar cambios tan profundos, se estaría intentando reconocer demandas que de alguna manera ayudarían a destrabar este caldero social que amenaza la estabilidad social de Chile.
Bueno, no es poco lo que estamos diciendo. Lo que yo veo es una serie de demandas que están muy fuertes que no han logrado unirse en una gran demanda, pero todas son cambios estructurales. Si hablamos de la educación, estamos hablando de algo estructural piense usted, que los estudiantes no por casualidad están levantando la demanda de la educación gratuita. La desmercantilización de la educación, lo cual atenta, un poco el espíritu de la organización social que tenemos hoy, donde todo está monetizado y mercantilizado y donde el propio ex presidente Piñera dijo “Bueno, si la educación es una mercancía”.

Y lo que han hecho los estudiantes es decir: “no, la educación es un derecho social, es algo que a todos nos incumbe por ser parte de esta comunidad” y eso que se dice de la educación se puede decir de la salud, de la vivienda, previsión es decir, hay mucho más tras estos hechos sociales.

En estos momentos se vislumbran varias demandas ciudadanas que se alzan como la más importante pero, no se alcanza a ver una unidad social en torno a ellas.

Creo que es el gran dilema que tiene en estos momentos la izquierda en Chile y los movimientos sociales, es que todos son muy fuertes en si mismos y no han logrado articular instancias de unidad que conviertan estas demandas parciales en una demanda común, de mucho más peso con mucha más fuerza política. Y la razón es que, históricamente en Chile, quien asumía esa fuerza eran los partidos políticos pero como hoy están tan desacreditados, lo asume la sociedad. Entonces, en ello se nota que hay un divorcio entre la sociedad y la política que está dificultando que se unan estas demandas parceladas en una gran corriente que empuje hacia cambios más profundos.

Inclusive, yo hilaría más fino. En el mundo laboral, por ejemplo, tampoco veo una convergencia entre los empleados fiscales y los de la gran minería del cobre o entre los portuarios. Comparten reivindicaciones, en tanto son trabajadores pero no se unen para darle más volumen a sus demandas. Están todavía muy segmentados, cada uno en su tema.

Lo anterior, es un reflejo de lo que le ha pasado a la sociedad chilena que salió de la dictadura muy fragmentada, muy atomizada y en 25 años ese fenómeno, no se ha logrado cambiar y el modelo social no ayuda.  Porque lo que fomenta, el actual sistema es un modelo de convivencia individualista, competitiva, la defensa de los intereses más inmediatos pero no permite, proyectarse hacia una demanda social más amplia ya que nadie asume los problemas nacionales como propios.


Julio Pinto Vallejos, realizó sus estudios superiores en la Universidad de Yale, obteniendo allí su Doctorado en Historia. Ha ejercido como académico en la U. de Talca y la U. Arcis, desempeñándose actualmente en la U. de Santiago, donde ha ocupado cargos de dirección.  En una primera etapa, realizó investigaciones sobre las transformaciones económicas que experimentó Chile a fines del siglo XIX, en colaboración con el historiador Luis Ortega. Más adelante sus investigaciones se enfocaron en los conflictos sociales y políticos, deteniéndose en los trabajadores del salitre y del guano; la identidad popular; la conformación del Estado en Chile y distintas aristas del proceso de la Unidad Popular.

También ha escrito una completa biografía de Luis Emilio Recabarren. En su enfoque historiográfico, ha confluido con otros académicos, como María Angélica Illanes y Gabriel Salazar, en una propuesta de renovación disciplinaria.

Ha sido invitado a numerosas universidades a dictar conferencias y charlas, en Chile y el extranjero. Es miembro del comité editorial de Lom Ediciones.




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