martes, 24 de febrero de 2015

Cierre de exposición de sobre Margot Loyola dará bienvenida a gratuidad en Museos de Chile



La exposición “Un poco campesina, un poco maestra, un poco cantora”, que rindió homenaje a la vida y obra de la folclorista nacional Margot Loyola Palacios, finaliza el domingo 1° de marzo de 2015 con una fiesta popular, que tendrá ritmo y cultura en el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN).
 
La exposición que estuvo abierta desde el 8 de noviembre del 2014, constituye un homenaje en vida a una de las personalidades más importantes de la folclor latinoamericano del siglo XX. 

Abordando un abanico de temáticas y mediante la exhibición de una riquísima variedad de objetos, esta exposición fue un paseo por la vida, obra y pensamiento de Margot Loyola Palacios. Un viaje que es, al mismo tiempo, un vistazo a la cultura chilena del siglo XX, no aquella que retoza en las frías academias, sino aquella que circula con vigor y renace permanentemente en los cultores populares de todo un continente.

Entre los más de cien objetos que incluye la exposición, el visitante podrá apreciar hasta este domingo, objetos artesanales como pesebres y kultrunes, vestimentas típicas como ponchos, sombreros, vestidos, fajas, tocas; sus cuadernos de campo y premios que atestiguan su valiosa labor como investigadora, y, desde luego, instrumentos musicales como arpas, bombos, tambores, acordeones, cajas, mandolinas, clarines, así como la colección de vinilos e incluso la primera guitarra de la folclorista.

Además, la muestra es la primera vez que  se exhiben los objetos de la colección que el MNHN tiene de Margot Loyola, que incluye joyería mapuche, libros, recortes de prensa, textiles, arte, libros, cuadernos de campo y material fotográfico y audiovisual, objetos que serán parte de las colecciones permanentes de este Museo.

Chinchineros y organilleros animarán durante la tarde del domingo, que se cerrará la muestra que permitió al público apreciar, por primera vez, los objetos de la colección donados al Museo por Margot Loyola. Esta colección incluye joyería mapuche, libros, recortes de prensa, textiles, arte, libros, cuadernos de campo y material fotográfico y audiovisual, que forman parte ahora de las colecciones del museo.

Además la ocasión constituirá el marco perfecto para dar la bienvenida a la gratuidad de los 26 museos dependientes de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) de todo el país, los cuales no cobrarán entrada desde esa fecha en adelante, según lo anunció la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, en noviembre de 2014.

La entrada a la exposición “Un poco campesina, un poco maestra, un poco cantora” que tendrá su última jornada el próximo domingo 1° de marzo, desde las 11:00 horas en el Salón Central del MNHN, es gratuita.


Se reestrena obra basada en cartas de amor escritas por Gabriela Mistral



Lolol, Litueche, Rengo, San Fernando, Requinoa, Quinta de Tilcoco, Peumo, Palmilla, Peralillo, Coinco, Olivar, Nancagua y Rancagua son las localidades de la Sexta región en las que se presentará gratuitamente la obra ASÍ YO, carta de amor y desamor, que está inspirada en las cartas de Gabriela Mistral al poeta Manuel Magallanes Moure

La obra, un trabajo multidisciplinario de la actriz y bailaora de flamenco chilena -nacida en Rancagua- y actualmente residente en Madrid, Caro Fernández, cuenta con la participación en la creación musical, guitarra y mandolina del destacado compositor chileno, Antonio Restucci y el apoyo del Fondo Regional de las Artes.

En la puesta en escena, con músicos en vivo, el hilo conductor es la danza flamenca que se deja intervenir por el teatro y en la que Fernández, utiliza el flamenco   como un vehículo expresivo rescatando la pasión de la poetisa chilena en el escenario, en una fusión entre diferentes disciplinas.

Caro Fernández explica que “en Así Yo, carta de amor y desamor, el eje vertebral es la danza flamenca, alimentada por mi propia idiosincrasia y folclore chileno para hacerla más cercana y reconocible en mi país y en la cultura chilena y, a la vez, creando un lenguaje dancístico propio”, por ello al cumplirse el 70º aniversario del otorgamiento del Premio Nobel a Gabriela Mistral, el objetivo de este montaje es acercar este arte reconocido universalmente como danza española, al público chileno.

“En mi búsqueda he encontrado a esta gran poetisa, y he visto en ella el flamenco, su rotundez, su poesía y su intensidad trágica, lo que me inspiró para representar su carta a Magallanes Moure a través de un personaje en flamenco”, añade Fernández.

Con esta experiencia, Caro Fernández señala haber encontrado un camino en el flamenco por donde seguir indagando para traer el arte flamenco a Chile con un sello propio ya que “las artistas de flamenco chilenas no sólo buscamos ponernos volantes y lunares, sino que además podemos aportar nuevas perspectivas, despertando el interés y la curiosidad en nuevos aficionados que puedan reconocerse e identificarse, y no vean el flamenco como algo lejano e inteligible, sino como un medio de expresión”.

Esta obra, que se estrenó en España a fines de 2011, ha sido premiada en los más importantes certámenes coreográficos de flamenco en Madrid, España. Finalista en el “XX Certamen de Coreografía de Danza Española y Flamenco”, 2011 y segundo lugar en el “Festival Comedia y Danza Miraflores”, 2012, se presentó con gran éxito en una gira por Valparaíso y Santiago en 2013.

Caro Fernández, ha participado como bailarina, bailadora y actriz  en diversas compañías de teatro, danza contemporánea y  flamenco varios países, especialmente en España donde reside, entre las que se cuenta  Las Cosas del Flamenco, producida por Joaquín Cortés;”Taller Coreográfico Espiral” (danza contemporánea),”Cía. El Bufón” (Teatro). En España en las compañías de flamenco: Cristóbal Reyes, Ballet Flamenco Madrid y Flamenkolores junto a artistas flamencos reconocidos como María Juncal y Miguel Cañas. Ha dirigido, producido y coreografiado el espectáculo “Flamencas ocho” Santiago de Chile, 2007.

jueves, 12 de febrero de 2015

El hijo del presidente: rescatando nuestra memoria.

El recuerdo colectivo se sostiene por medio de prácticas sociales, en donde podemos distinguir tres formas. En primer lugar, está la memoria como proceso, pero no como objeto de pensamiento;  luego está la conmemoración del pasado en sí mismo en lugar de la reconstrucción de un hecho pasado y, finalmente, la memoria,  como proceso mediante el cual se reconstruyen hechos pasados.

La memoria de un país, entre muchas acepciones, se puede entender como la elaboración que un grupo o sociedad hace de su pasado en torno a la tradición, memoria histórica, o hitos fundantes, que van unidos al proyecto nacional

Hugo Martínez Abarca, en su artículo “Memoria e identidad de un país”, explica que la memoria es la percepción subjetiva de nuestra Historia, nuestro relato de cómo hemos llegado hasta aquí, de cómo nos hemos construido. Nuestra memoria es lo que nos dice quiénes somos. Somos nuestra memoria, sin memoria no somos, con otra memoria somos otros y vamos siendo según vamos construyendo nuestra propia memoria. Cuando perdemos nuestra memoria dejamos de ser nosotros. Lo vemos en las personas, pero también pasa en los pueblos, de hecho la memoria colectiva es una parte crucial de lo que hace identificarse como pueblos”.
 
Ese es justamente el objetivo del libro “El hijo del presidente” escrito por Leonardo Sanhueza y publicado por Pehuén Editores en su colección efímera.

En este libro, se relata la vida de Pedro Balmaceda Toro que nació en Santiago el 23 de abril de 1868 y falleció el 1º de julio de 1889. Hijo menor del presidente de la República José Manuel Balmaceda, fue escritor y periodista y ha sido considerado como uno de los impulsores del modernismo en toda América Latina. En sus publicaciones utilizó los seudónimos de A. de Gilbert y Jean de Luçon.

Siendo muy pequeño un accidente le significó una caída que le trajo graves consecuencias físicas en su vida. Sin embargo, toda deficiencia física la suplió con uno de los espíritus más refinados e inteligentes de fines del siglo 19.

La vida y obra de Pedro Balmaceda Toro estuvo rodeada de un aura de decadente belleza, propia del simbolismo que lo inspiró: amaba los libros clásicos y las revistas francesas, Nouvelle Revue y la Revue de deux mondes, las obras de arte originales, la seda y los biombos chinos así como la lengua griega y sus diosas; había leído la crítica de Gautier, Musset y Saint Victor; conocía en detalle la pintura francesa, sin haber estado jamás en Francia; su músico predilecto era Chopin

Raúl Silva Castro, apuntó en su archivo personal que “Balmaceda quiso mantener su estilo y su persona en la cúspide del refinamiento parisiense, y no sólo leyó mucho más en francés que en cualquier otra lengua, sino que además dio semblanzas francesas a sus dos principales seudónimos, A. de Gilbert, el más famoso e ilustre y Jean de Luçon, que firmaba ciertos artículos de La Época recibidos de París”.

Tuvo un espíritu delicado en una contextura enfermiza, que lo llevó a la muerte a los veintiún años. Lamentablemente, tan temprana partida dejaría inconcluso otros valiosos proyectos literarios: un volumen titulado Cuentos de Primavera y una investigación crítica de las principales galerías de pintura existentes en Santiago.

Pedro Balmaceda tenía una innata capacidad para reconocer a los talentos literarios y plásticos que surgían y lo introducía en los círculos artísticos de la sociedad chilena, invitándolos a las tertulias que hacía en el Palacio de La Moneda, que, por entonces era su casa.

Eugenio Orrego Vicuña cuenta en su  Antología Chilena que “las tertulias organizadas por Pedro Balmaceda en su departamento ubicado en la calle Moneda, "puede ser estimada como la más importante, de carácter juvenil, que haya tenido Santiago en todo el curso de su historia literaria. A éstas asistían sus amigos más cercanos, los que llegaban a diversas horas, aunque siempre la hora oficial de reunión era después de la comida”.

Estas tertulias fueron importantes para el acervo intelectual de esa generación pues allí se discutían los temas literarios vigentes y se recibían las últimas novedades de París, antes de que llegaran a cualquier librería.

¿De qué se hablaba en la tertulia?Explica Eugenio Orrego Vicuña: "de todo y de todos. Arte, política, literatura, vida social. Era un caleidoscópico desfile de hombres y sucesos, en que jamás faltaba la nota de humor. Pedro Balmaceda daba lectura, traduciéndola en castellano, a la obra francesa, recién llegada; Alberto Blest situaba al autor en el medio y en la hora, relacionándolo con las escuelas dominantes; Darío y Orrego daban suelta a su fantasía crítica".

Es así como apoyó al poeta nicaragüense Rubén Darío abriéndole su biblioteca, publicó el libro Abrojos (1887); lo empujó a participar en el  concurso Varela y solucionándole sus problemas económicos al buscarle  un trabajo. Lo que hizo fue, sin proponérselo, impulsar el Modernismo literario latinoamericano desde Chile

También fundó el Ateneo de Santiago, que fue conformado por la mayoría de los socios del Club del Progreso. Según el sitio Memoria Chilena, fueron “asiduos concurrentes los siguientes intelectuales: Carlos Lu

is Hubner; Daniel Riquelme, Alfredo Irarrázaval; Luis Orrego Luco, Domingo Amunátegui Solar; Luis Arrieta Cañas, Alejandro Fuenzalida Grandón; Francisco Concha Castillo; Narciso Tondreau  Samuel A. Lillo, Vicuña Cifuentes, Manuel Rodriguez Mendoza, Arturo Alessandri Palma y Pedro Antonio González entre muchos otros.

Pedro Balmaceda Toro murió en Santiago el 1 de julio de 1889, a los 21 años, de un susto. Después de su muerte, sus artículos periodísticos fueron recopilados por Manuel Rodríguez Mendoza en un volumen denominado Estudios y ensayos literarios. Al enterarse de su muerte, Rubén Darío escribió un cuento corto en su memoria “La muerte de la emperatriz de la China”.

En un tiempo de una progresiva y rápida digitalización de los soportes comunicacionales, de reducción de las barreras a la difusión mundial, donde la cultura se vuelve audiovisual y de  masas; con una creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo uniendo mercados, sociedades y las culturas el reto que conlleva hoy en día la globalización, es no perder la identidad ni la memoria.
Este libro de la colección Efímera está  contribuyendo a ahondar en el conocimiento de nuestra historia y nos ayuda a analizar el saber de lo nuestro y la autoconciencia de nuestra identidad para sustentar, enriquecer y actualizar la olvidadiza memoria chilena.


Semana Santa llega al Teatro Universidad de Chile

El tradicional concierto de Semana Santa que cada año ofrece la Orquesta Sinfónica Nacional junto al Coro Sinfónico Universidad de Chile, ll...