lunes, 18 de febrero de 2013

Conversaciones con Mario Levrero: a través del laberinto.



En agosto de 2012, Lolita Editores publicó Conversaciones con Mario Levrero, libro que resultó de las conversaciones (más bien asedio) de Pablo Silva Olazábal  con Mario Levrero.  

Jorge Mario Varlotta Levrero nació el 23 de enero de 1940 en Montevideo, Uruguay y falleció el 30 de agosto de 2004 en la misma ciudad. La mayor parte de su vida la pasó en Montevideo, vivió en otras ciudades uruguayas y argentinas y también en Burdeos, Francia.

Se desempeñó como librero, fotógrafo, humorista, editor de una revista de entretenimientos y, en sus últimos años, dirigió un taller literario. 

A fines de la década de los sesenta, comenzó a publicar en editoriales uruguayas y argentinas y en su obra se encuentran novelas que, generalmente, no son muy extensas y recopilaciones de cuentos,  variables en su tamaño. Sus últimos trabajos corresponden a un género propio, a medio camino entre el ensayo, el relato y las memorias. 

A pesar de que siempre mantuvo un perfil bajo, tuvo un creciente grupo de seguidores tanto en Uruguay como en Argentina. En el año 2000 obtuvo una beca Guggenheim, con la que pudo escribir La novela luminosa, que junto a  El discurso vacío, se consideran como sus obras mayores, por su complejidad fabuladora. Su narrativa está escrita en primera persona; se centra en la urbe y le entrega al lector, una sensación sentirse atrapado en un sentimiento de aislamiento personal. 

Levrero cae en una corriente de escritores uruguayos que no son posibles de ubicar al interior de alguna corriente literaria. Felisberto Hernández, Armonía Sommers, José Pablo Díaz junto a Levrero son los primeros participantes de esta narrativa y  Marosa di Giorgio y Felipe Polleri son los continuadores actuales.
Durante cuatro años, Pablo Silva asedió a Levrero con el objetivo de llegar a conocerlo más y logró que el libro se convirtiera en un autorretrato ya que permitió que Levrero hablara fluidamente de cine, de dibujos animados, de sus gustos, de sus manías, de sus mecanismos de creación literaria, sus técnicas de corrección literaria, su compromiso con la realidad  y su forma de ver el mundo. Respecto a su modo de creación, Levrero dice que “produzco a partir del ocio. No hago nada que no me guste. No trabajo de manera alienada. Y el ocio no significa simplemente hacer nada; puede ser muy activo. La actividad degenera cuando se transforma en neg-ocio, negación del ocio”.

En estas conversaciones, Levrero revela que su singularidad en su formación y en su estilo está fuertemente influenciada por la literatura popular, especialmente por las novelas policiales y que es un estilista cuidadoso, minucioso, casi maniático.

Pablo Silva, logra que Mario Levrero nos muestre el tránsito que tuvo desde el inconsciente colectivo, que se vio en sus primeras novelas, su llegada al subconsciente hasta aparecer  en la conciencia, lo que le ayuda a describir lo que ocurre fuera de sí mismo. En ese sentido, el propio Levrero expresa que “tenés que sacarte de la cabeza que se escribe a partir de la palabra y sobre todo, a partir de la invención (intelectual). Se escribe a partir de vivencias, que solo pueden traducirse mediante imágenes”.  

En este libro, Pablo Silva nos conduce a través de calles y encrucijadas, intencionadamente complejo para confundir a quien se adentre en él. Sin embargo, quien logre dar con la salida, se encontrará con un universo ficcional que mostrará los reflejos del más apasionante de los laberintos como puede ser la personalidad de Mario Levrero.

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