viernes, 23 de noviembre de 2012

Crónicas de Daniel de la Vega: resguardo de las pequeñas historias colectivas.

Daniel de la Vega nació en Quilpué el 30 de junio de 1892 siendo el segundo de los cuatro hijos de Daniel de la Vega Bravo y de Agustina Uribe Valencia. Estudió en el Colegio de los Padres Franceses, en el Seminario y en el Instituto Alemán de Valparaíso y de Quilpué.

En 1910, su familia se muda a Santiago ciudad donde escribe su libro de poemas "Al Calor del Terruño", editado al año siguiente, iniciando una fructífera producción literaria que abarcaría distintos géneros y más de una cincuentena de títulos a pesar que la crónica sería lo que daría mayor notoriedad pública.

Según el sitio profesorenlinea.cl. “en 1911 también publica su primera obra de teatro, “Un crimen en Recoleta”, iniciándose así muy temprano en la actividad teatral. En 1913 escribe y se estrena "El Bordado Inconcluso", comedia que lo haría famoso”.

Pero a él, lo que más lo ataría era un periodismo más cercano a la literatura que al meramente informativo.
Lolita Editores, con el apoyo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, recogió en el libro “Confesiones imperdonables” una antología de sus artículos, en los cuales transformó la realidad que vivía y en la cual se movía llevándola a crónicas donde de manera sencilla, emotiva y clara nos daba cuenta del mundo que le tocó vivir.

Daniel de la Vega fue poeta, cronista, dramaturgo, novelista y cuentista; heredándonos una dilatada labor literaria y fue, junto con Joaquín Edwars Bello, el cronista más leído de su época siendo la comedia “El bordado inconcluso”, el éxito más grande conocido en Chile hasta los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. En 1912, inicia su trabajo periodístico en el diario La Mañana y el la revista Pluma y Lápiz, donde iban a colaborar los  mejores escritores de ese tiempo y hasta 1920 trabajó como secretario de la redacción de la revista Zig-Zag.

Aún cuando muchos de sus trabajos se pueden encoantrar el los archivos de “La Mañana de Santiago, (1916 a 1920); en Zig Zag y el diario “La Época” sus preferencias estuvieron en El Mercurio de Santiago al que ingresó en 1924 y en Las Últimas Noticias, diario en el que colaboró desde 1922 hasta el año de su fallecimiento en 1971.

En 1918 gana un concurso organizado por la revista "Zig-Zag" como el poeta más popular de Chile. En 1926 la Editorial Cervantes de Barcelona publica su antología en la colección "Las Mejores Poesías (líricas) de los Mejores Poetas".En 1942 la Universidad de Concepción le otorga el "Premio Atenea". En 1951 es enviado como Agregado de Prensa a la Embajada de Chile en Brasil, y el año 1953, mientras se desempeñaba como agregado cultural de la embajada chilena en Madrid, recibe la noticia que se la ha otorgado el Premio Nacional de Literatura.

Daniel de la Vega es el único escritor chileno que ha recibido tres Premios Nacionales: el de Literatura (1953), el de Periodismo (1962) y el de Teatro (1963).

En esta antología publicada por Lolita Editories, se destacan los relatos de “Bebidas de domingo”, “Negocio clausurado”, “Los peligros del éxito”; “Carreras en San Diego” y “Relojería de las estrellas” entre 87 artículos reunidos en esta muestra del trabajo de la Vega.

Pareciera que hacer crónicas, es fácil pero no lo es.

Hacer crónica no es fácil. La crónica peridística es una forma de redacción que se caracteriza por relatar de manera ordenada y detallada ciertos hechos o acotecimientos y es un escrito de no ficción muy utilizada en los medios de comunciación.

Por ello, están escritas para llamar la atención de un público amplio que está interesado en conocer en detalle lo ocurrido, con un lenguaje y un estilo de redacción adecuado al tema descrito. Otra de sus características es que narra de manera objetiva (o subjetiva) y secuancial un suceso que captó la atención del público con un lenguaje accesible para toda clase de lector. 

De ahí, que la columna de De la Vega en los medios de comunicación llegaran a tanta gente y fueran publicadas durante 49 años sin interrupción. Él, tenía la capacidad de relatar un hecho de manera simple, pero captando la emocionalidad del hecho ya que con su crónica lograba que el lector o llorara o riera con lo narrado.

Pero, De la Vega no fue solo un cronista. También cumplió un rol fundamental del periodista como es ser el compilador de las pequeñas historias cotidianas, cuyos protaginistas nunca salieron en portada pero, que junto a muchas otras han dado forma a nuestra historia, a nuestra ideosincracia y que se habrían perdido si Daniel de la Vega no las huberia rescatado del olvido.

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