domingo, 29 de julio de 2012

Las siete vidas del Gato Gamboa: la victoria en la derrota.


Poco tiempo atrás, Francisco Mouat junto a Lolita Editores presentó el libro “Las siete vidas del Gato Gamboa” que en una conversación con Alberto Gamboa, nos da la oportunidad de reflexionar sobre política, la prensa y la convivencia social en el tiempo previo al Golpe de Estado de 1973. 

Gamboa comenzó como reportero en el diario Última Hora, luego trabajó en la Gaceta para terminar dirigiendo el Clarín hasta septiembre de 1973. Tuvo como compañeros de trabajo a Manuel Cabieses, José Gómez López, Eugenio Lira Massi y Hernán Millas (Agapito). 

Son memorables sus titulares de primera plana, como por ejemplo aquel que anunciaba el triunfo en una elección municipal, que se recuerda hasta el día de hoy: “les volamos la ra…j…; los aciertos fotográficos picarescos, como fotografiar las piernas a la reina Isabel II durante su visita a Chile; el consultorio sentimental, Lolita o Jean de Fremisse que a pesar del tiempo siguen haciendo reír. 

 ivir un momento en la historia de Chile en que se aspiraba a cambiar al mundo, en que lo único prohibido era prohibir y que frente a todas las restricciones sociales, jurídicas y políticas de la sociedad chilena, el trabajó con la más absoluta libertad jugando e incomodando al poder sobre todo, molestando. 

En ese sentido, tiene razón  Permalink en su blog, Filosofando “el humor derriba los ídolos, recupera los espacios prohibidos, destruye y construye. Sin embargo, el gran peligro para el humor, para esa misión subversiva a que está destinado, radica precisamente en su lucidez, en su carácter disuasivo. Por lo demás, admito que el humor pueda ser considerado un agitador incómodo, ya que de suyo resulta indomable.”

Como director del Clarín estuvo más de veinte veces preso por querellas en contra del diario. Luego, vino la prisión política en el Estadio Nacional y en Chacabuco donde no pudo alejarse de su vocación y junto a Ibar Aybar, Manuel Cabieses, Guillermo Torres, Rolando Carrasco y otros amigos, hicieron un diario mural que ayudo a quienes estaban en Chacabuco en donde, además, se convirtió en el escribiente oficial de las cartas que sus compañeros de presidio le escribían a sus mujeres.

Solo Alberto Gamboa sabe lo que sufrió el Gato Gamboa estando preso y luego regresando a una realidad totalmente distinta a la que dejo. 

A pesar de ello, la lectura de la conversación que sostiene con Mouat, se va metiendo en las venas y en las rendijas del alma al leer la mirada clara, la risa natural y la dignidad de quienes a pesar de haber sufrido mucho, salen adelante dejando la amargura a un lado. 

El Gato Gamboa nos entrega una lección de vida, donde nos enseña que por muy negra la noche y fregadas sean las circunstancias que nos toquen vivir, estas pasarán. Como expresara José Saramago: “la victoria y la derrota tienen algo en común, ambas son provisionales, no son eternas”.

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